'Ocupa' despierta la ira por espionaje de EE. UU. desde una base británica
La base de la Fuerza Aérea británica de Menwith Hill, en el Reino Unido, no cumple con su objetivo básico: alertar a la población de una posible amenaza aérea. Es lo que denuncian los activistas ingleses, inspirados por el movimiento 'Ocupa'. Además exigen frenar el flujo de fondos públicos para su financiamiento e invertirlos en la educación y sanidad.
La instalación, situada en medio de los valles del condado de Yorkshire, Inglaterra, parece un observatorio astronómico. Pero los datos que allí se recogen van mucho más allá de la ciencia. En realidad este complejo es una base de espionaje que constituye un eslabón del sistema de alerta temprana del escudo antimisiles de EE. UU. que se sigue desplegando en Europa.
En cada uno de estos recintos hay una antena parabólica mediante la cual se recibe información de varios satélites, mientras surcan su fase orbital sobre los países de Eurasia y África. Luego los datos recabados se envían a los centros estadounidenses y pueden ser usados en operaciones especiales que incluyen a veces bombardeos con aviones no tripulados.
"Esto es parte de este inmenso organismo que está envolviendo al mundo y extensas superficies en diferentes lugares como Menwith Hill", asegura el manifestante antiarmamentista de Yorkshire, Dave Webb. "Todos se conectan entre sí. Es parte de la maquinaria bélica estadounidense".
No es la primera vez que los residentes locales dejan constancia de su malestar por la presencia de esta base. Pero ahora su voz tiene mayor fuerza gracias al movimiento global Ocupa Wall Street que se sumó a la indignación de los lugareños. Helen Alexander es una de las activistas que perciben lo que ocurre en Menwith Hill como una causa común, dice que el recinto "está dirigido por la Agencia Nacional de Seguridad, una de las organizaciones más oscuras del mundo", la cual "ni siquiera rinde cuentas ante el Gobierno de Reino Unido".
"Las capacidades de Menwith Hill —detalla Helen— son preocupantes para nuestras libertades civiles. Hay testimonios de informantes que demuestran que lo que sucede allí no solo es espionaje político, sino también comercial. Y eso ni hablar de sus implicaciones en nuestras libertades civiles. Pueden escuchar nuestras llamadas telefónicas e interceptar nuestros correos electrónicos".
Para estar al día en lo que se refiere a estrategias bélicas, en la base local se han invertido miles de millones de dólares en la última década. Esto permitió que la base siga siendo un componente vital de la red de vigilancia global de EE. UU.
Otro participante de la movilización, Steve Schofield, califica de "intervención sin precedentes" la práctica de espiar desde Menwith Hill a alrededor de 100 países. "Reino Unido —dice— está proporcionando una instalación que está involucrada en los ataques con drones que, según opiniones independientes, están matando e hiriendo a miles de civiles".
"Debido a la naturaleza encubierta de esta guerra —agrega—, es muy difícil proporcionar información y la responsabilidad es del Parlamento del Reino Unido. Normalmente cuando se está en guerra, el Parlamento debe informar a la gente que estamos involucrados en ésta. No obstante, nos tienen desinformados".
Los críticos ven Menwith Hill como un símbolo de hipocresía y de la inclinación de Europa a ceder ante el poder de Washington. Para Steve Schofield, se trata de una nueva forma de imperialismo estadounidense y no tiene nada que ver con la defensa de la democracia. A su juicio, el sistema de vigilancia satelital facilita a EE. UU. el acceso al petróleo y otros recursos vitales no renovables de distintos países.