Al margen de la política, la Cumbre de las Américas será recordada por un escándalo. Uno que involucró al Servicio Secreto estadounidense con prostitutas de Cartagena, cuando integrantes de la seguridad presidencial no quisieron pagar el precio de utilizar el servicio de 'acompañantes de lujo'.
El caso provocó reacciones fuertes en EE. UU. e incluso hasta acusaciones de que las mujeres eran espías rusas. Según Peter T. King, presidente del Comité de Seguridad Nacional de la Cámara de Representantes, "el escándalo surgió en el peor momento de la historia de los Servicios Secretos".
El propio presidente Obama dijo "No sé en qué estaban pensando” y calificó a los agentes involucrados como "imbéciles".
De los doce efectivos implicados en el escándalo, nueve abandonaron ya las filas del Servicio Secreto. Pero aparte de la profunda indignación en EE. UU., el hecho reveló la compleja situación que atraviesa Cartagena de Indias.
Hace siglos las murallas fueron construidas ahí para proteger la ciudad de las invasiones de los piratas ingleses. Hoy, esta joya del Caribe colombiano sigue luchando contra otra invasión: el turismo sexual.
Según datos de la ONU, en Colombia el 35 % de los niños y niñas son utilizados en servicios sexuales y varios estudios mencionan a la ciudad de Cartagena como la líder por el número de casos.
Cuando Yaír González tenía trece años empezó a prostituirse. Según cuenta, la situación de maltrato que vivía lo empujó a hacer negocio con su cuerpo.
“Podía estar en mi casa y en cualquier momento me podían llamar, hacia contactos por internet, hacíamos lo que hacíamos”, recuerda.
Su caso no es una excepción. Es una muestra de cómo la explotación sexual de menores se ha transformado en un problema crítico en esta ciudad colombiana.
“Encontramos explotación sexual cuando los niños son utilizados para la prostitución a cambio de comida, a cambio de frutas, a cambio de 100 pesos”, explica Mayerlin Vergara de la fundación Renacer.
En esta organización trabajan desde hace 16 años rescatando de las calles a menores que han sido víctimas de abuso. Para ellos, la desigualdad y la pobreza en la que viven muchos de los niños no es causal ni exclusiva de la ciudad.
Cartagena de Indias es uno de los principales atractivos turísticos de Colombia. Por eso los hoteleros se han unido para combatir el “turismo sexual“, un verdadero cáncer para su industria.
“Es muy molesto para un turista venir con su familia y ver escenas de esto, las ONG dejan de recomendar el destino y hay índices de criminalidad asociados”, se queja John Freddy Barragán, director ejecutivo de la Asociación Hotelera colombiana.
Desde hace algunos años la sociedad en su conjunto ha decidido combatir frontalmente este flagelo. Se endurecieron las leyes y ya hay colombianos y extranjeros condenados a prisión por abuso de menores. Una clara señal del compromiso contra la explotación sexual en el país.
La baja autoestima, aparición de cuadros depresivos y sentimientos de soledad son recurrentes en los menores abusados. Yaír sentía que lo que hacía no estaba bien y muchas veces la angustia lo superaba.
Hasta que no lo soportó más y rehizo su vida. Ahora quiere colaborar con los chicos que están pasando por lo mismo y ayudarlos a mirar el futuro con nuevos ojos, uno donde el abuso sea definitivamente parte del pasado.