El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, reafirmó en Madrid ante el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, su compromiso de integrar a España en el proyecto del sistema antimisiles.
Además de la incorporación al sistema de la base naval de Rota, ubicada en la provincia de Cádiz (sur), también abordaron la participación española en la red de vigilancia terrestre. Con este fin, España y EE. UU. van a modificar pronto su convenio bilateral en el ámbito militar. El historiador y escritor Arturo Viloria, cree que este paso generará inseguridad y tensión las relaciones del país ibérico con otros estados, en vez garantizar la protección deseada.
“Cuando el gobierno anterior habló de la creación del escudo en Cádiz, básicamente habló de la creación de puestos de trabajo, de reactivar una zona económicamente deprimida”, recordó Viloria. Sin embargo, el historiador considera “paradójico" que no se hable en ningún momento de una mayor seguridad en la zona. "Antes al contrario, existe la percepción de que la instalación del escudo va a crear una mayor inseguridad militar es decir, que nos convierte en objetivo militar”, asegura Viloria.
Aunque el gobierno ha presentado el escudo como un mecanismo de defensa contra países -Irán y de Corea del Norte-, el historiador cree que "evidentemente" la amenaza afecta a Rusia y China. “Estos países lógicamente ya han anunciado que se sienten amenazados. Lógicamente las relaciones van a verse afectadas”, concluye el escritor.
Base de Rota: antecedentes
La base de Rota, creada en virtud del convenio de defensa firmado por España y Estados Unidos en 1953 durante el régimen franquista, está situada en la bahía de Cádiz y opera como base de uso conjunto junto con la de Morón, en Sevilla.
La instalación acoge a unos 3.000 norteamericanos y a alrededor de 6.000 españoles. Su importancia radica en su enorme valor estratégico, ya que permite el control marítimo de la zona del estrecho de Gibraltar y el espacio aéreo de una amplia zona geográfica.
En octubre de 2011, el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso emitió un comunicado en el que calificaba de “inaceptable” que Washington practicara la política de “hechos consumados” en este asunto. “Se toman decisiones capaces de influir en la seguridad y estabilidad euro-atlánticas sin un debate colectivo, sin tener en cuenta la opinión de todos los países interesados”, se quejó en su momento la diplomacia rusa.