En vísperas de la Eurocopa 2012, que se celebrará en Ucrania en junio, en el país anfitrión ha estallado un escándalo político que amenaza con desestabilizar las relaciones entre Kiev y los países europeos e incluso arruinar la fiesta del fútbol europeo.
A pesar de que el director de la UEFA para la Eurocopa, Martin Kallen, aseguró que “los preparativos van bien" y no cambiará de sedes, en alusión a la especulación sobre un posible traslado a España o a Alemania, la competición se ve salpicada por un boicot político. El escándalo se desencadenó después de que la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente de la Comisión Europea, Jose Manuel Barroso, anunciaran que no asistirían a ningún partido de la Eurocopa por el supuesto maltrato que la ex primera ministra ucraniana, Yulia Timoshenko, sufre en prisión donde fue recluida por abuso de poder.
Los analistas aseguran que la situación en Ucrania debe entenderse dentro del contexto geopolítico del país. El experto en Relaciones Internacionales Rubén Campos afirmó en RT que la presión llega desde “actores cercanos a Timoshenko”, especialmente centroderechistas europeos que quieren liberarla de su situación actual de encarcelamiento.
La decisión de los miembros de la Comisión Europea fue criticada por el presidente del Parlamento europeo, Martin Schulz, quien dijo que esta postura no contribuye al diálogo para una posible liberación de Timoshenko. Por su parte, el primer ministro ruso, Vladímir Putin, señaló que la política y los negocios no deberían interferir con asuntos como el deporte.
Yulia Timoshenko, la principal opositora del presidente actual, fue condenada en octubre del año pasado a siete años de prisión por abuso de poder mientras ocupaba el cargo de primera ministra del país. Actualmente afronta un nuevo juicio en el que es acusada de evasión fiscal y de intento de malversación de fondos. Sin embargo, la ex política niega todos los cargos y asegura que forman parte de una campaña de represión por parte del Gobierno de Víktor Yanukóvich.