Los representantes de España, los EE. UU., Rusia y Finlandia, se presentan hoy en la audiencia pública en la Corte Internacional de Justicia de La Haya donde se investiga la legitimidad de la proclamación unilateral de independencia de la República de Kosovo.
Las autoridades albanesas de Kosovo, apoyados por los EE. UU. y algunos países miembros de la UE, declararon el 17 de febrero de 2008 la independencia de la región de forma unilateral respecto a Serbia. Por el momento, 63 países han reconocido al nuevo Estado. La propia Serbia junto con Rusia, China, la India y algunos otros países, se mostraron contrarios al reconocimiento, considerando que la separación de Kosovo había violado las regulaciones del derecho internacional.
Las audiencias públicas en cuanto a la legitimidad de la proclamación de independencia de aquella República se sostendrán en la Corte Internacional desde el 1° a 11 de diciembre. La corte tiene debe sentenciar si la proclamación unilateral de independencia de parte de los organismos temporales de autogestión fue compatible con el derecho internacional. Se supone que el dictámen consultivo final se presenciará en abril de 2010.
La audiencia de hoy es una de las más importantes —según los observadores— por dirigirse al público de los EE. UU., uno de los mayores aliados de la independencia de Kosovo, y a Rusia, que sigue siendo uno de los principales oponentes a la actividad unilateral de las autoridades albanesas.
Los institutos temporales de autogestión de la región violaron la soberanía de la República de Serbia, la Carta de la ONU, la resolución n. 1244 del Consejo de la Seguridad de la ONU, los principios de la Declaración de Helsinki, la constitución y compromisos conseguidos al nivel alto del Grupo de Contactos, según Moscú.
Al estar proclamada la independencia, Rusia exigió que se hicieran nulas las decisiones de organismos de autogestión de Pristina y que aquellos estuvieran procesadas administrativamente. También exhortó a que se renovara el proceso de regulación política conforme a la resolución 1244 de la ONU. Se consideró que la autodeterminación de Kosovo pudiera escalar la tensión y la violencia entre diferentes grupos étnicos de la región y provocar un nuevo conflicto en los Balcanes.
Moscú presentó sus argumentos en cuanto al asunto al Consejo de la Seguridad de la ONU, proponiendo la composición de un “mapa de rutas” que tomara en cuenta los intereses de Belgrado y Pristina, las prioridades de los participantes internacionales más destacados del proceso de la regulación kosovar, y marcara los puntos clave de la elaboración del acuerdo desde el punto de vista de la perspectiva de integración europea.
Rusia se mostró contraria a la opinión de los EE. UU. y algunos países de la UE en cuanto a que el potencial del proceso de negociaciones estaba agotado y que la independencia de Kosovo era inevitable, subrayando que la cuestión del estatus se negoció en detalle sólo durante 120 días, lo que no fue suficiente para llegar a un compromiso ante tan serio problema. Asimismo, cargó la responsabilidad por la falta de un progreso positivo a los países que apoyaban a los separatistas.
Las fuerzas pacificadoras rusas estuvieron en la región desde 1999 hasta 2004, el período más difícil, como parte de la KFOR (Kosovo Force), una fuerza militar liderada por la OTAN y responsable de mantener el orden y la paz en el territorio. Éstas fueron retiradas al declarar Rusia su desacuerdo con la violación de los mandatos especificados por la resolución 1244 de la ONU, en cuanto a la defensa de los derechos de la población no albanesa, sobre todo.
La postura de Rusia es perfectamente clara: desde su punto de vista, el apoyo a la autodeterminación de Kosovo en base a motivos étnicos supondría un claro precedente que resultaría en una escalada de otros conflictos tales como aquellos entre Rusia y Chechenia, Georgia y Abjasia y Osetia del Sur, Azerbaiyán y el Alto Karabaj (territorio poblado de armenios), Transnistria (franja de Moldavia junto a Ucrania poblada principalmente por rusos), o como en la República Sprska (una de las dos entidades que conforman Bosnia).
Por otro lado están los EE. UU. que suponen que la autodefinición de Kosovo ha sido un paso lógico y legítimo y, además, la única variante posible para mantener la estabilidad en la región. No determinan el caso como un precedente, sino subrayan que es único por la combinación de diferentes factores: la escisión de Yugoslavia, las represalias étnicas y violación de derechos humanos que provocaron la intervención internacional en 1999, la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que introdujo la administración provisional y tuvo como perspectiva la determinación del estatus final de la región. Según Washington, la proclamación de independencia no contradijo a la resolución 1244, mientras que las demoras en resolver el problema de Kosovo escalaban la tensión en la región.
La provincia del sur de Serbia estuvo bajo la administración de la ONU desde el verano de 1999, según la resolución 1244. Esta medida, junto a la entrada de la KFOR en el territorio, tuvieron lugar al cabo de 78 días de bombardeos de Serbia por parte de la aviación de la OTAN. Esta coalición se involucró en el conflicto en Kosovo entre los años 1998-1999, apoyando la población albanesa que formaba 90% de la región y aspiraba la independencia respecto a Serbia.
Los organismos temporales de autogestión de Kosovo proclamaron la independencia al asegurarse el apoyo de parte de los EE. UU. Washington declaró su aprobación al fracasar sus intentos de promover la desintegración de la provincia ante el Consejo de Seguridad.
Los representantes de 28 Estados van a dirigirse al público durante las audiencias en La Haya. Todos los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU están participando en este procedimiento judicial: China y Rusia apoyando aSerbia; Francia, el Reino Unido y los EE. UU. a favor de Kosovo.