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Tony Blair justifica la invasión de Iraq

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El ex Primer Ministro del Reino Unido Tony Blair, insiste en defender lo justo de su decisión de participar en la guerra de Iraq, incluso pese a que no consiguieron encontrar ninguna huella de la existencia de armas de destrucción masiva (ADM) allí, informa la agencia Rosbalt.

El ex Primer Ministro del Reino Unido Tony Blair, insiste en defender lo justo de su decisión de participar en la guerra de Iraq, incluso pese a que no consiguieron encontrar ninguna huella de la existencia de armas de destrucción masiva (ADM) allí, informa la agencia Rosbalt.

“Si hubiera sabido que en Irak no había ADM, usaría otros argumentos respecto a la amenaza que representaba Saddam Hussein”, declaró el ex jefe de gobierno, según la agencia BBC.

Blair señaló que el líder iraquí representaba una gran amenaza para la región, puesto que usaba armas químicas contra sus propios ciudadanos.

Se espera que en 2010 el ex primer ministro comparezca ante la comisión que se ocupa de la investigación de las circunstancias del comienzo de la guerra.

Cabe recordar que recientemente, el jefe del el Servicio de Inteligencia Secreto (SIS, conocido comunmente como MI6), John Soars, afirmó que consideraba a Rusia uno de los países responsables de la guerra de Iraq. Hizo tal declaración durante los debates públicos en Londres respecto a las circunstancias que rodearon a la invasión del ejército de la coalición occidental a Iraq.

Según Soars, que trabajaba a principios de los años 2000 como consejero de asuntos exteriores del primer ministro de Gran Bretaña, Tony Blair, Rusia tenía responsabilidad por el fracaso de la introducción de una serie de sanciones respecto a Iraq, que podían haber contribuido a evitar el conflicto armado. Soars afirmó que Rusia se había negado a apoyar la puesta en práctica de las sanciones, puesto que le preocupaban sus intereses comerciales en aquel país.

En el caso de la imposición de sanciones, Iraq amenazó con “romper” los contratos con las compañías rusas, lo que se convirtió en una de las causas por las que Rusia vetó las proposiciones para el endurecimiento de las condiciones con las que se intentaba presionar al régimen de Hussein.

Cabe destacar que en 2001, dos años antes de la invasión en Iraq, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas discutió la cuestión de la imposición de nuevas sanciones y John Soers participó en las negociaciones. El jefe del MI6 matizó que en aquel entonces no se había tratado el tema de la invasión militar de Iraq. Sin embargo, Gran Bretaña, al igual que muchos otros países, estaba interesada en el cambio de régimen allí. En particular, se examinó la cuestión del derrocamiento de Saddam Hussein a través de medidas políticas. También se planteó acusarle de los crímenes de guerra durante la Guerra del Golfo Pérsico de 1991.

En los meses previos al comienzo de la guerra, Tony Blair declaró que el objetivo de la operación era la eliminación de armas de destrucción masiva. Otras versiones indican que lo único que realmente se planeaba era el derrocamiento del dictador iraquí. Pero, al parecer, las tropas se lanzaron al combate prácticamente “sin armas”. La tecnología militar, no acondicionada para las altas temperaturas, se fundía bajo el sol. Los mandos británicos daban órdenes contradictorias permanentemente, lo que provocó una gran confusión y, como consecuencia, víctimas innecesarias. Además, según algunos periodistas, los poderes no tenían ningún plan previsto para la reconstitución de Iraq después del fin de la Guerra, según recoge la agencia Rosbalt.

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