El líder de la producción de módulos fotovoltaicos, Sanyo, presentó un automóvil eléctrico considerablemente absurdo, que habría podido ser diseñado para su comercialización hace unos 30 años, pero no en nuestros días, ya que opera a un ritmo absolutamente diferente al de la vida moderna, debido a sus características.
En vísperas de la XXV Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y las Tecnologías Ecológicas en Copenhague, la empresa japonesa Sanyo presentó al público un “automóvil del Futuro”: un camioncito eléctrico de acumuladores recargables de módulos fotovoltaicos.
Hoy día, las placas solares son muy poco eficaces y aunque cubrieran toda la superficie del coche, no podrían cargar sus acumuladores. En teoría, es posible aumentar el área de módulos fotovoltaicos al poner, por ejemplo, una enorme “vela solar” en el techo del automóvil eléctrico, pero no tiene mucho sentido. No se podrá usar un coche así, ni parece razonable una comercialización extensiva. Sin embargo, Sanyo sigue este camino y ha instalado unos paneles enormes en el techo del automóvil.
El camioncito de Sanyo pretende ser un típico microbús para cruzar la ciudad. Pero no queda claro cómo un transporte de semejante tamaño puede circular en una megalópolis contemporánea con tanto tráfico y letreros y pantallas gigantescos por todos lados. Obviamente, la puesta en uso de estos “megamóviles” presupone, además, una reconsrucción total de las carreteras: en las actuales, dos coches así ni siquiera podrían cruzarse. Tampoco existen aparcamientos de tamaño suficiente como para desplegar los módulos para cargar los acumuladores. Ni hablar de la posibilidad de que exista una empresa operadora de transporte urbano o de alquiler de vehículos que permitiera a un coche de su parque “electromotor” estar parado durante todo el día para cargar sus colectores solares, con la intención de poder tenerlo después funcionando apenas unas horas.