Los espías alemanes, multados de nuevo por vigilar a periodistas

Los Servicios de Inteligencia de Alemania, la Bundesnachrichtendienst (BND), fueron condenados a pagar una multa de 10.000 euros al periodista de la sección política del periódico Berliner Zeitung, Andreas Förster, por espiarle durante cuatro años.

Los Servicios de Inteligencia de Alemania, la Bundesnachrichtendienst (BND), fueron condenados a pagar una multa de 10.000 euros al periodista de la sección política del periódico Berliner Zeitung, Andreas Förster, por espiarle durante cuatro años.

Según la sentencia, la BND violó los derechos personales de Förster al enviar a un espía bajo el apodo de Sommer para que vigilara y esclareciera ciertos detalles de sus investigaciones periodísticas sobre las actividades de los Servicios de Inteligencia. 

Según el jurado, las disculpas presentadas al periodista por los jefes del Servicio no pueden ser consideradas como una medida cautelar adecuada. Además, entienden que la BND tampoco “aprendió la lección”, porque hasta ahora no tomaron medidas para controlar de una manera más severa la forma en la que sus empleados ejercen su autoridad.

El abogado del periodista, Christian Shertz, calificó la sentencia como una victoria de la libertad de prensa.

Por su lado, los representantes de la BND comentan que van a examinar escrupulosamente la argumentación de la sentencia con el propósito de proseguir el proceso con una apelación.

El escándalo “periodístico” alrededor de los servicios de inteligencia alemanes cuenta ya con una dilatada historia que viene de varios años atrás. En 2005 ya presentó sus disculpas a un periodista por espiarle. Aquella vez se trató de Erich Schmidt-Eenboom, uno de los investigadores más famosos de la historia de los servicios de Inteligencia, director del Instituto de la Paz en Weilheim. En 1993 publicó su libro “Schnüffler ohne Nase”, que contenía información confidencial sobre la BND  y posteriormente,  durante el juicio contra un coronel de este cuerpo de seguridad, declaró que tenía dos fuentes de informaciones dentro del Servicio. Para verificar las fuentes, la BND empezó a espiarle: le siguieron, grabaron y pincharon los teléfonos, tanto de él como de los periodistas que visitaban el instituto que dirigía y los empleados de Der Spiegel y Der Stern entre otros e incluso a una de las secretarias. Al cabo de 10 años, Erich Schmidt-Eenboom logró testimonios de este espionaje y en la prensa estalló un escándalo. El jefe de los Servicios tuvo que admitir el hecho y también la violación de la ley: como Servicio de Inteligencia, el organismo no tiene derecho a realizar este tipo de actividades en Alemania. El director de la BND en persona presentó al periodista disculpas oficiales junto con toda la documentación referente a la operación.

La parte del informe oficial con los detalles del espionaje se publicó en el sitio web del Gobierno alemán, aunque modificada en lo referente a los datos personales de algunos de los periodistas vigilados.

El Gobierno elaboró un conjunto de regulaciones que obligaron a todos los empleados de los Servicios de Inteligencia a que documentaran todos los detalles de sus operaciones y los presentaran regularmente a la Cancillería Federal.

Por su lado, durante esta época el jefe de la BND afirmó que todas las críticas se habían tenido en cuenta y garantizó presentar un proyecto de reformas en consecuencia con esto para no permitir que se realizaran este tipo de actividades en el futuro.

Por ahora no queda claro si en los próximos cuatro años se agotará este escándalo o seguirán apareciendo nuevos casos.