En 2025 Moscú va a lucir diferente
La comisión de planificación y desarrollo urbano de Moscú presentó un nuevo plan actualizado que, según sus creadores, está basado en el concepto del confort máximo para los ciudadanos. La elaboración del nuevo proyecto llevó casi 3 años.
Para el 2025 prometen renovar los edificios de la época de Jruschov, cuyas fachadas se desgastaron a lo largo de los años. Además, planean construir más de 100 millones de metros cuadrados de nuevas viviendas. Pero el objetivo principal es levantar alrededor de 100 rascacielos. No todos los ciudadanos están conformes con esta idea, algunos consideran que así se va a perder el encanto de Moscú y que se va a convertir en una megalópolis más. Sin embargo, hay otros habitantes que apoyan totalmente este plan.
La gran parte de las oficinas desaparecerá del centro histórico y se trasladará a los barrios más lejanos. De este modo las autoridades planean resolver el problema de tránsito, cuya causa principal es la concentración de oficinas en el centro y no la falta de carreteras. Sin embargo, el plan supone la construcción de nuevas autopistas y puentes para aliviar aún más el tráfico.
Para los ciudadanos que prefieren el transporte público hay noticias alentadoras: ya se está preparando un proyecto para la creación de nuevas líneas de metro. Estas futuras estaciones van a conservar el estilo arquitectónico de las anteriores, continuando y perdurando de esta manera, la calidad del metro más lujoso del mundo.
La imagen que transmite cada ciudad se forma a lo largo de los siglos y se determina por las fachadas de sus principales conjuntos arquitectónicos.
La antigua Moscú, aquella que fue la capital de un pequeño principado, primero, y después del Estado Ruso, poseía una imagen irrepetible. Moscú a fines del siglo XVIII era una ciudad de comerciantes, lujosa y acogedora, que en cada umbral guardaba tradiciones antiguas. El incendio de 1812 y la posterior reconstrucción cambiaron considerablemente su aspecto general: unos pocos edificios quedaban de la época pasada y recordaban a la vieja capital, mientras que las construcciones nuevas iban transformando poco a poco a la ciudad.
La Moscú socialista empezó a constituirse con la llegada de los bolcheviques al poder. En el año 1935 se aprobó el plan general de reconstrucción que proponía cambiar el aspecto de la capital del nuevo gran Estado. El flamante esquema arquitectónico suponía una grandiosa replanificación que transformaría radicalmente no sólo la estructura de la ciudad, sino también su simbología. La nueva capital reflejaría el establecimiento de un mundo nuevo y la purificación de lo viejo.
Las calles de la ciudad entre las décadas de 1920 y 1930 —según sus contemporáneos— eran tan estrechas que apenas podía entrar la tumultuosa población moscovita. El plan de 1935 establecía la construcción de nuevas avenidas, la ampliación de la Plaza Roja y la construcción del metro. Se buscaba que la ciudad tuviera forma de estrella, con 5 rayos que partieran del centro de la misma.
Este mismo plan general definió el desarrollo de la ciudad y formó la imagen de la Moscú estalinista, con sus gigantescos edificios, sus anchas avenidas y un lujoso tren subterráneo. El terreno ocupado por la ciudad fue ampliado hasta alcanzar los 600 km cuadrados (doblándose el tamaño anterior de 300 km cuadrados). También se estableció el límite de habitantes en 5 millones.
El problema del asentamiento de los ciudadanos se resolvió parcialmente con la construcción de nuevos edificios. La gente vivía en conventillos estalinistas; enormes, con techos altísimos de unos 4 metros de altura. Varias familias compartían una cocina, un baño, el teléfono, etc. El espacio personal de cada individuo fue limitado estrictamente en una cantidad determinada de metros cuadrados.
Con la llegada de Nikita Jruschov la faceta de la Moscú turística no cambió, pero sus suburbios se fueron llenando poco a poco con edificios blancos de 5 pisos (a los cuales no les sentaría muy bien el adjetivo de “atractivos”). El Gobierno se encargó de redistribuir a la población, razón por la cual se construyeron aquellas “cajas cuadradas” que crearon la imagen de la periferia de la ciudad, una periferia ya no tan encantadora. Ahora cada familia tenía su propio departamento —muy pequeño— pero separado por finas paredes de los curiosos vecinos.
En los años post-soviéticos el crecimiento de la ciudad era caótico provocó un colapso en el inicio del nuevo milenio. La población de la ciudad aumentó tan notablemente (casi se duplicó) que llegó un punto en el que quedó claro que el antiguo plan arquitectónico tenía que dar lugar a uno nuevo.