La vida humana no debería tener precio. Sin embargo, cuando se trata de un sacrificio para matar a otras personas, se le pone uno, como a cualquier arma letal.
“¡Éste es Haled! ¡Su hermano ya es mártir! Se lo vamos a enviar a Baba Amr (Siria). Empecemos la subasta con 200.000 riyales... ¡Ellos sacrifican sus vidas! Necesitamos que sacrifiquen su dinero. ¡No sean avariciosos!”, así es como anima el vendedor a los compradores potenciales. Y esto funciona. “¡Un millón y medio! ¡Tenemos al ganador!”, anuncia entusiasmado el vendedor.
Cerca de 400.000 dólares. Es la suma que podría costar el próximo atentado suicida en Siria. O quizá ya se haya producido y destrozado a decenas de familias, puesto que no se puede comprobar la fecha de este vídeo.
Desgraciadamente, la violencia en Siria crece y la reciente masacre en Houla es una trágica prueba de ello. Occidente insiste en que detrás de estos hechos están las fuerzas de Bashar al Assad. Sin embargo, las informaciones oficiales de Damasco revelan que los culpables son los grupos armados de la oposición, que reciben apoyo desde fuera del país.
Precisamente Arabia Saudita, junto con Qatar y algunos otros países del golfo Pérsico, introducen armas en Siria por un monto multimillonario. Mientras en EE. UU. afirman que venden en la región solo equipamiento para labores de inteligencia y dispositivos de mando y control, que no consideran peligrosos.
Los expertos afirman que los países del Golfo son solo marionetas en el guión sirio y son EE. UU., Israel y algunas otras potencias occidentales los verdaderos titiriteros del conflicto en este país árabe.
“Los países del Golfo no son el cerebro de lo que está pasando, son simplemente instrumentos. El cerebro lo podemos encontrar en EE. UU., Israel y algunos otros países”, opina Dauod Khairallah, profesor de derecho internacional de la Universidad de Georgetown.
Explicando las verdaderas razones de la postura de Washington en el conflicto sirio, el experto señala que EE. UU. quiere cambiar el papel que juega Siria en la región. Así, por ejemplo, señala que “el régimen sirio desempeña un papel importante en apoyar a la resistencia palestina y esto no es algo que pueda gustarle a Israel. Y EE. UU. jamás diría que no a los deseos de Israel. Por eso piensan: 'si no podemos cambiar el papel de Siria, la destruiremos para que no tenga ninguno”, resume.
El creciente número de atentados y enfrentamientos en Siria hace que la posibilidad de resolver pacíficamente el conflicto resulte cada día más remota. Al mismo tiempo, se hace cada vez más real la perspectiva de una intervención extranjera que muy dudosamente contribuirá a la paz.