En el marco de la celebración de su Jubileo de Diamantes, la jefa del Estado británico presidió el mayor espectáculo naval de los últimos 350 años, un impresionante desfile de mil barcos. El despliegue, acompañado por música militar, fuegos artificiales y efectos especiales, fue inspirado en los espectáculos de la época de los reyes Tudor y los Stuart, de los siglos XV al XVIII. La fiesta, de una envergadura histórica, costó en total 17 millones de dólares.
Aunque no todo fueron parabienes. En medio del canto de alabanzas por el Jubileo de Isabel II varios activistas capitalinos realizaron su propio acto: una histórica protesta antimonárquica. Los activistas republicanos, apoyados por algunos activistas de los derechos humanos y destacados escritores independientes, organizaron su propia página web, a través de la cual convocaron a todos sus seguidores para realizar la protesta más llamativa de los republicanos en toda la historia de Inglaterra. Los manifestantes llevaron carteles antimonárquicos y gritaron lemas de protesta.
"El poder al pueblo”, "Fuera la monarquía, viva la república"; "A la mierda el Jubileo", "Ciudadano, no súbdito", decían las pancartas.
"No tengo nada contra la reina. Parece bastante agradable. El problema es la institución monárquica. Está basada en el poder hereditario, la riqueza y el status, no en el mérito o la elección democrática", explicó Peter Tatchell, uno de los convocantes a la agencia Efe.
Los activistas reprochan a la monarquía por su carácter hereditario y también su alto coste para el contribuyente. Según un informe de Brand Finance, consultora británica especializada en valoración de marcas y activos intangibles, las propiedades mobiliarias e inmobiliarias de la Familia Real del Reino Unido tienen un valor cercano a los 44.000 millones de libras (54.500 millones de euros).
En general, la aceptación popular de la Corona se vio dañada seriamente tras los escándalos familiares de los años 90 y la tragedia de Lady Di, en 1997. Una reciente encuesta nacional revela que el 70% de los británicos opina que el país estaría peor sin la monarquía, frente al 22% que opina lo contrario. El resto quiere un jefe de Estado electo.