Al-Libi era el estratega de la organización terrorista y
fue alcanzado por un ataque en el que murieron además otras 14 personas.
Representantes militares estadounidenses consideran la eliminación del terrorista como un serio impacto para la organización, ya que -afirman- se trata del golpe más importante encajado por Al Qaeda desde la operación exitosa que acabó con la vida de su líder, Osama bin Laden, en mayo de 2011.
Aquella operación también tuvo lugar en territorio pakistaní, y causó indignación en las autoridades del país, al no haber sido advertidos de los planes de ataque estadounidense.
El médico local conchabado con la CIA que contribuyó al éxito de la operación fue condenado hace unos días en Pakistán a 33 años de cárcel por trabajar para los servicios secretos extranjeros. En respuesta, EE. UU. recortó la ayuda financiera a Pakistán en 33 millones de dólares, un millón por cada año de condena del médico.
El Gobierno de Pakistán también ha condenado este bombardeo que ha acabado con el número dos de la organización, que ha calificado de “ilegal”. Las últimas tensiones entre Pakistán y EE. UU. en lo referente a las operaciones con apoyo de aviones no tripulados se remontan a finales del año pasado, cuando murieron veinticuatro soldados pakistaníes como resultado de un ataque.
Este hecho desembocó en protestas masivas en Pakistán y en un enfriamiento drástico en las relaciones del país con EE. UU. Una de las consecuencias directas de este empeoramiento fue el cierre de la frontera pakistaní para los cargamentos de la OTAN rumbo a Afganistán.
Islamabad ni siquiera aceptó las disculpas de EE. UU. por el bombardeo fallido. La ministra de Exteriores pakistaní declaró que "el incidente fue lo bastante grave como para que unas simples disculpas sean suficientes", y añadió que "ello requiere una completa revisión de nuestra colaboración con Estados Unidos".