Se cumplen 20 años de la Revolución Rumana
La Revolución Rumana, que causó la caída del último bastión del socialismo en Europa, se celebró hace 20 años. La consecuencia de ese episodio de la historia del país fue el final del régimen stalinista de Nicolae Ceauşescu.
Los fines de los años 80 estuvieron marcados por la grave crisis de los regímenes socialistas europeos. El punto clave de esa crisis fue la caída del muro de Berlín, que prácticamente significaba el fin de la parte europea del “campo socialista”. Como en otros países vecinos, en 1989 una parte suficiente de la sociedad rumana se encontraba en desacuerdo con el Gobierno socialista de Ceauşescu. El incremento de la pobreza, así como la escasez de alimentos y los cortes de electricidad y de agua en todo el país provocaron rabia y desesperación en los rumanos. La acción de la ubicua policía secreta de Rumania (Securitate) que convirtió al país en un estado policíaco también causaba un descontento masivo de la población.
Nicolae Ceauşescu con su esposa ElenaLa Revolución comenzó la noche del 16 de diciembre de 1989 en la ciudad de Timişoara (occidente de Rumania), donde tuvo lugar una protesta de la población contra un intento del Gobierno de expulsar del país al pastor luterano László Tőkés. Ese sacerdote había emitido ciertas críticas hacia el régimen de Ceauşescu en un medio internacional. Los impacientes manifestantes comenzaron a vocear consignas anticomunistas que provocaron la intervención de la policía local y de Securitate.
Los disturbios en Timişoara continuaron el día siguiente, cuando los manifestantes tomaron la sede del Comité Distrital del Partido Comunista Rumano (PCR). La policía abrió fuego contra los manifestantes, pero no pudo apaciguar la oleada de protestas que muy pronto se trasladaron a la capital rumana, Bucarest. Entonces, los acontecimientos en Tim işoara fueron una chispa que encendió la mecha.
Por esos días Ceauşescu se encontraba de visita oficial a Irán, pero al saber sobre las conmociones en su país volvió inmediatamente a Bucarest. Viendo que Rumania era cada hora más y más hostil al régimen, el dictador comunista decidió organizar una manifestación multitudinaria de adhesión al régimen que habría de celebrarse el 22 de diciembre en la Gran Plaza de la capital. Planeó hacer un gran discurso público retransmitido en directo a todo el país.
Aunque las cosas no salieron como él planeaba. Durante su discurso, los asistentes comenzaron a abuchearle, y al final se vio obligado a detener su oratoria y a retirarse del balcón desde el cual pronunciaba su discurso. El edificio del Comité Central del PCR fue asaltado y el jefe de Estado terminó huyendo con su mujer en el helicóptero que se encontraba en la azotea.
Pero los fugitivos no pudieron llegar muy lejos. Ese mismo día fueron detenidos en la ciudad de Târgovişte y, tras un juicio corto por un tribunal del nuevo Gobierno, fueron fusilados el 25 de diciembre de 1989. El nuevo poder del Frente de Salvación Nacional (FSN), compuesto fundamentalmente por comunistas críticos con Ceauşescu, inició el proceso reformista que derogaría todas las normas constitucionales del periodo comunista para anunciar la convocatoria de elecciones libres.