Ciberguerra, ¿chispa de un Chernóbyl iraní?
"Lo cierto es que surgirán muchas consecuencias y todas malas. La primera es que nadie podría garantizar que un virus informático vaya a tener un comportamiento limitado. Si explota alguna centrífuga, eso podría liberar contaminación nuclear, no solamente en un país, sino también en los países vecinos", comenta a RT Dmitri Bestuzhev, director de análisis para América Latina de Kaspersky Lab.
“Además, está la otra cara del problema, que es la carrera de armamento cibernético que van a desarrollar los países. Distintos países se han pronunciado ya a favor de crear sus propios centros de mando de la ofensiva cibernética", añade el analista.
Los expertos advierten que una ciberguerra podría transformarse gradualmente en ataques físicos que desembocarán en una guerra más nociva.
“No se pueden descartar posibles escenarios, no sólo de ciberguerra, sino de una guerra que combine realmente tanto ataques cibernéticos como respuestas de armamento físico", concluye Bestuzhev.
Según el diario The Washington Post, Estados Unidos e Israel crearon conjuntamente el complejo virus informático Flame para recabar datos con vistas a un cibersabotaje dirigido contra Irán. Los funcionarios occidentales informados citados por el diario, afirman que el virus rastreaba y controlaba los ordenadores de los funcionarios iraníes, enviando un flujo constante de información con la idea de preparar el terreno para una guerra cibernética.
El esfuerzo conjunto de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) estadounidense, la CIA y representantes militares de Israel, se centró en el uso de un software destructivo como el virus Stuxnet para causar fallos en el equipo de enriquecimiento de uranio de Irán.