Kees Verhoeven, líder de la campaña, propone despenalizar este tipo de ciberataques siempre y cuando los manifestantes avisen cuándo emprenderán su acción. De esta manera, un sitio web tendrá tiempo para prepararse para el ataque, al igual que un edificio de oficinas se toma su tiempo para prepararse ante una protesta que vaya a tener lugar en sus alrededores.
La propuesta también abarca otros aspectos, como la restricción de la transmisión de información sobre los visitantes de un sitio web, así como la introducción de normas más estrictas contra el espionaje de correos electrónicos y otras medidas para reforzar la privacidad on line.
De este modo, los ataques DDoS, que gozan de popularidad entre los mundialmente famosos piratas informáticos Anonymous, se convertirían en una expresión legal de descontento contra una compañía o un gobierno.
A pesar de que los ataques DDoS son relativamente inocuos en comparación con otras formas de ataque en línea, como el 'phishing' o las infecciones por virus, que pueden acarrear millones de dólares de pérdidas a las empresas y usuarios individuales, los gobiernos de muchos países (Países Bajos incluidos) los consideran ilegales, al igual que otras formas de la piratería.