La medida establece, entre otras cosas, la evacuación, reubicación temporal, asignación de escoltas y vehículos blindados para informadores y activistas, que también serán provistos de equipo tecnológico especial y chalecos antibalas.
"No podemos permitir que quienes se dedican a estas actividades, indispensables para la sociedad, sean presas del miedo o de la violencia. No podemos tolerar que desarrollen su trabajo en un ambiente de inseguridad que los orille a optar por la autocensura o la pasividad. No podemos permitir que pretenda silenciarse a quienes trabajan por una sociedad más justa e informada", sentenció Calderón.
De este modo las autoridades mexicanas se comprometen en su defensa de la prensa, cuyo esfuerzo por contar la verdad ve interferido por agresiones, abusos, amenazas o incluso asesinatos.
¿Una medida de confianza?
Por muy convencente y eficaz que parezca la nueva ley, muchos expertos dudan que la ley vaya a poner fin a la violencia que ejercen contra los periodistas los grupos del crimen organizado, ya que, pese a todos los esfuerzos del Gobierno por combatirlos, siguen sembrando el caos en el país.
Algunos escritores y periodistas han criticado al presidente Calderón, por lanzar "una guerra contra el crimen organizado sin conocer las dimensiones del enemigo ni las consecuencias que esta confrontación podría traer al país".
No obstante, otros analistas e informadores políticos destacan que muchas víctimas no se derivan tanto del enfrentamiento entre las tropas militares y los narcotraficantes, sino de la lucha entre diferentes carteles por el control de las rutas de la droga a Estados Unidos.
Este mismo sábado 14 cuerpos mutilados fueron hallados en un camión aparcado en el estacionamiento de un supermercado de la ciudad norteña mexicana de Mante, según las autoridades. El macabro hallazgo fue acompañado por un mensaje de amenaza dirigido al Cartel del Golfo, probablemente, de su viejo brazo armado ‘Los Zetas’.
Un infierno en la Tierra para periodistas
"Ve a tu casa con urgencia". Eso fue lo que dijo una voz anónima que llamó al teléfono del periodista mexicano Miguel Ángel López Solana. Cuando se presentó en su casa, el periodista encontró los cuerpos de su padre, Miguel Ángel López Velasco, subdirector del diario Notiver, de su madre, Agustina Solana, y de su hermano de 21 años, el fotógrafo Misael López Solana. Toda la familia masacrada en nombre de libertad de la expresión. Por desgracia, este drama está lejos de ser el único.
Esta semana la Comisión Nacional de los Derechos Humanos de México (CNDH) informó que desde el año 2000 hasta la fecha se han registrado 82 asesinatos de periodistas y 16 desapariciones. Por su parte, Rogelio Hernández, coordinador de Protección a Periodistas mexicanos destaca que a estas víctimas hay que sumar otros 10 periodistas muertos en lo que va de 2012.
El poeta Homero Aridjis recuerda que la cifra de muertos en la lucha contra los cárteles asciende a más de 50.000, lo que supone que hay aún más asesinatos de periodistas por identificar entre tal cantidad de víctimas.
Los periodistas reciben amenazas, desaparecen, son decapitados o colgados, lo que les obliga a limitar la cobertura de los hechos vinculados con el narcotráfico. Sin embargo, muchos se resisten a tirar la toalla.
“Miguel, ¿quiere seguir siendo periodista?”, le preguntan al informador que perdió a su familia en nombre de la prensa. "Claro que sí, pero con todas las organizaciones de periodistas detrás para ayudarnos", responde con ojos iluminados.