Miles de combatientes de Mauritania, Malí, Níger y otros países que luchaban en el ejército del ex líder libio Muammar Gaddafi han regresado a sus lugares de origen armados hasta los dientes. Según informes confidenciales de varios países europeos, los ex mercenarios del régimen de Yamahiriya representan una grave amenaza para la estabilidad en la zona del Sahel.
Informes secretos a los que ha tenido acceso el diario 'El País' revelan que los mercenarios cuentan con decenas de vehículos, equipamento de guerra y misiles tierra-aire que incluso pudieron haber sido vendidos o entregados a varios grupos terroristas como la célula local de Al Qaeda en Malí o Boko Haram en Nigeria.
Se afirma también que las armas de las que disponen son capaces de derribar aviones comerciales, si lanzaran sus misiles en el aeropuerto de Bamako-Sénou durante las maniobras de despegue o aterrizaje.
“El control de estas armas es prácticamente imposible”, señalan los documentos secretos.
Los efectos de la dispersión descontrolada de las armas de Libia ya son enormes. El estado de Malí ya ha quedado dividido en dos partes gracias a los esfuerzos de los ex mercenarios de Gaddafi y los terroristas islamistas. El pasado 22 de marzo, un golpe de estado depuso al presidente de Malí Amani Toumani Toure y el 6 de abril los rebeldes tuareg del Movimiento Nacional para la Liberación de Azawad (MNLA) proclamaron la instauración del Estado islámico de Azawad en un territorio de unos 850.000 kilómetros cuadrados.
Según denunciaron en su día
las autoridades de Malí, los tuareg, que habían formado parte de las divisiones de élite de Gaddafi, llegaron con fusiles automáticos, lanzagranadas y ametralladoras que habían recibido del régimen libio. También disponían de armas francesas más modernas suministradas durante la guerra a los rebeldes libios.
“Gaddafi sabía controlar la actividad de los tuaregs en la zona del Sahel, pero ahora han emprendido su propia 'navegación'. Es gente armada, muy bien preparada, que tiene comandantes experimentados. Combatirles es una tarea sumamente difícil”, asegura el presidente del Instituto ruso de Oriente Próximo, Evgueni Satanovski.
La guerra en Libia proporcionó a los ex mercenarios de Gaddafi no solo dinero y armas, sino también medio año de experiencia de combate. Occidente derrocó a Gaddafi, pero el eco de este suceso repercutió en otros estados. Según varios expertos, siguiendo el ejemplo de Malí, los rebeldes podrían destituir las autoridades de Níger y otros países del Sahel.