El periódico estadounidense The Wall Street Journal cuenta varias historias de inmigrantes como la de Héctor Villalobos, a quien negaron el regreso a EE.UU., donde viven su esposa y sus hijos. El obrero, de 37 años de edad, casado con una ciudadana estadounidense y padre de tres hijos, tuvo que ir en diciembre a Ciudad Juárez para una entrevista necesaria para tramitar la residencia permanente en EE.UU.
Sin embargo, siete meses después no le dejaron regresar a su casa en EE.UU. porque el servicio migratorio norteamericano sospechaba que algunos tatuajes en su cuerpo indicaban que Villalobos está relacionado con un grupo criminal mexicano, aunque no tiene ningún antecedente penal.
Los abogados de inmigrantes señalan que en 2006 el Departamento de Estado de EE.UU. negó los visados o documentos de residencia a dos personas por tatuajes sospechosos, pero en 2010 ya fueron 82 los casos semejantes, según The Wall Street Journal. La mayoría de los afectados provienen de países latinoamericanos.
De hecho, muchos criminólogos sostienen que algunos elementos de tatuajes han perdido relación con su pasado criminal y se han hecho populares entre la gente que respeta la ley. Esto sucede, por ejemplo, con 'las máscaras' (una triste y una alegre), conocidas como ‘Sonríe ahora, llora después’, que tiene tatuadas Villalobos. De momento no le negaron la residencia, pero aplazaron la tramitación por un periodo indefinido.