Dadas las preocupantes circunstancias fiscales, el Concejo Municipal de San Bernardino, una ciudad californiana situada a unos 60 kilómetros de Los Ángeles, acordó solicitar la protección por bancarrota en la sesión que la administración mantuvo el martes donde las autoridades reconocieron tener un déficit presupuestario superior a 45 millones y no poder asumir el pago de las nóminas de los empleados públicos en los próximos meses.
De este modo, San Bernardino forma parte, junto con sus vecinas Stockton y Vallejo, del grupo de localidades que en las últimas semanas han aprobado resoluciones ante la carencia de reservas para cubrir sus gastos.
Además, esta localidad, con unos 210.000 habitantes, pasa a ser el segundo mayor municipio del país en declararse en bancarrota, después de que Stockton, de 300.000, se convirtiera el pasado 28 de junio en la mayor ciudad estadounidense en suspensión de pagos.
Desde que el Congreso de EE.UU. incluyó en 1937 el Capítulo 9 de la Ley de Quiebras con el fin de que los municipios pudieran buscar protección legal frente a sus acreedores para reordenar sus cuentas, unos 640 gobiernos locales se han declarado en bancarrota.
El anuncio de la quiebra de esta ciudad coincide, casualmente, con otra información difundida por la agencia de calificación Fitch, que ha ratificado su calificación crediticia de triple A para EE.UU., un dato que algunos analistas consideran poco realista, dada su actual coyuntura económica.
Asimismo, cabe señalar que la Unión Europea inició hace unos días una inspección cuyo objetivo es comprobar si las compañías estadounidenses que dominan el sector de calificaciones a nivel mundial, incluida Fitch, realizan el peritaje de los bancos con toda la minuciosidad necesaria, antes de redactar sus notas de solvencia.