Leo Bokeria: con un corazón vivo en las manos
El más importante cardiólogo de Rusia, Leo Bokeria, celebra su 70 cumpleaños. El destacado académico, galardonado con decenas premios y jefe del Centro Científico de Cirugía Cardiovascular, prefiere entre todos sus títulos el de “doctor práctico”.
A su edad, sigue deteniendo y haciendo funcionar de nuevo a los corazones de sus pacientes varias veces al día y su cumpleaños no es una excepción. La duración de su jornada de trabajo es de 12 horas, con entre tres y cinco operaciónes al día. Tiene en su haber miles de vidas salvadas.
Leo Bokeria confiesa que conoce sólo dos situaciones que le sigan conmoviendo: el nacimiento de un niño y el latido del corazón. A veces los niños recién nacidos llegan a la mesa de operaciones de este destacado cirugano.
“Para nosotros, el problema de curar a los niños con una lesión de corazón congénito en el período de neonato, hasta el primer año de vida, es prioritaria. Este problema no está resuelto en ninguna parte del mundo”, dice Bokeria.
Siendo el presidente de la organización “Liga de la salud de la nación”, colabora en sus acitividades benéficas. Gracias al programa “Toca el corazón de un niño”, 14.000 jóvenes rusos pudieron ser examinados por los mejores especialistas. Bokeria trataba de probar que los niños con lesiones congénitas de corazón , que hace 15 años no podrían tratarse ahora pueden curarse.
Confiesa que tiene un sentido permanente de su desamparo y por eso posee una "enorme responsabilidad", unida a una "eterna esperanza".
Bokeria está galardonado por el premio “Hipócrates de Oro” que se entrega a los mejores cirujanos cardiovasculares del mundo y debido a su enorme contribución a la ciencia cardiovascular mundial y al fortalecimiento de la sanidad pública rusa reiteradamente es considerado “el hombre del año”. Dirigó operaciónes únicas, como la implantación de dos ventrículos artificiales a la vez y de un corazón artificial.
Bokeria destaca que la mayor cantidad de cuestiones que se prevé resolver en un futuro próximo, se resumen en el problema de cómo llevar la energía a este tipo de corazones.
Todos los aparatos que están implantados en el ser humano en lugar de su verdadero corazón, para realizar las funciones de éste, tienen un cable que sale fuera para poder recargar sus baterías, y esta es una vía de posibles infecciones. Los cientificos se enfrentan ahora a la tarea de descubrir cómo “cargar” el corazón artificial de un modo más seguro.
RIA Novosti / Grigori SisoevLa satisfacción de su alma se basa en dos factores: la compañía de su familia (su esposa, sus dos hijas y sus cinco nietos) y el sentimiento después de una operación de que hizo "lo máximo que pude hacer y no se confudió en nada”.