La bomba atómica fue probada el 16 de julio de 1945 en el desierto para ensayos cerca de Alamogordo (estado Nuevo México) en lo que se conoce como 'Prueba Trinity'. La bomba utilizaba plutonio como material fisionable, igual que la lanzada más tarde sobre Nagasaki.
Esta explosión fue la culminación de años de investigaciones de EE.UU, con la bandera del denominado 'Proyecto Manhattan', el programa de desarrollo del arma nuclear estadounidense que se había iniciado en enero de 1939, a cargo de un grupo de científicos de las universidades de Columbia, Princeton y California.
Hiroshima y Nagasaki, la continuidad del horror
Solo tres semanas después de la explosión en el polígono de Alamogordo, el 6 de agosto del mismo año, se realizó el “experimento” sobre personas. Siguiendo una orden de la Casa Blanca, se lanzó la bomba de uranio ‘Little Boy’ sobre la ciudad japonesa de Hiroshima.
Tras tres días, el 9 de agosto de 1945, el entonces presidente de EE.UU., Harry Truman, ordenó el ataque nuclear con la bomba de plutonio ‘Fat Man’ contra otra ciudad japonesa: Nagasaki.
Estas dos bombas atómicas mataron a 220.000 civiles: 140.000 personas en Hiroshima y 80.000 en Nagasaki. Solo la mitad murió los días de los bombardeos. Entre el 15 y el 20% de las víctimas murieron por lesiones o enfermedades atribuidas a la radiación. Asimismo, en ambas ciudades fallecieron después muchas personas por leucemia y distintos cánceres.
La respuesta de la URSS
El 16 de julio de 1945, cuando Truman llamó por teléfono al líder de la URSS, Iósif Stalin, y anunció al mandatario del Estado soviético que la prueba de la bomba atómica en Alamogordo había sido exitosa, Stalin no respondió. “Papá Joe no ha comprendido nada”, concluyó el entonces presidente de EE.UU.
En realidad, Stalin no solo comprendió todo, sino que tenía la información completa sobre el 'Proyecto Manhattan' y conocía todos los detalles que habían sido obtenidos por sus servicios de inteligencia.
La respuesta de la URSS a la bomba atómica estadounidense ya estaba en preparación. El físico soviético Ígor Kurchátov encabezó las labores de creación del arma nuclear en 1943. Y el 22 de agosto de 1949, la Unión Soviética probó con éxito en el polígono de Semipalátinsk su propia bomba atómica, la RDS-1.