Sin embargo, no todos en Siria tienen el mismo miedo. Anam Mohammad Ali no piensa abandonar el país y cree que este es una nación común y corriente, que como todas tiene sus pros y sus contras. Su mejor amiga es siria y afirma que la quiere como hermana y permanecerá en el país pase lo que pase. “En este país hay mezquitas y discotecas, hay sunitas y chiitas, cristianos y ateos. Todos son libres de elegir y eso debe quedarse así”, destaca la joven.
Las discrepancias religiosas agravan el conflicto
Pero el panorama no es tan tolerante como lo pinta Anam. Precisamente la presencia de numerosos grupos religiosos y sobre todo las divergencias entre sunitas y chiitas han desembocado en una creciente violencia. Según varias fuentes, miles de musulmanes chiitas están en peligro de ser masacrado por el Ejército Libre de Siria y sus aliados.Y en ese contexto de discrepancias religiosas entra en escena un poderoso grupo terrorista con ideología sunita: Al Qaeda. Muchos residentes sirios están convencidos de que esta organización pretende sembrar el pánico junto con la oposición. Abu Muhammed asegura que Al Qaeda no estaría presente en Siria sin el apoyo de EE.UU.: “Me gustaría decir a toda la buena gente de EE.UU. que no crean en sus líderes”. Recuerda que en Irak, nueve años después de la guerra, todavía no hay electricidad o agua corriente y la gente es asesinada: “Solamente necesitamos que Estados Unidos nos deje solos y así viviremos en paz”.