Estos datos fueron revelados en una rueda de prensa por Sayed Hadi Al- Moussawi, jefe del Departamento de Derechos Humanos y Libertades Civiles del partido. Moussawi denunció también que entre los ataques de las fuerzas del régimen hubo dos contra los clérigos chiíes en las localidades de Sitra y Diraz y los obligaron a quitarse sus turbantes.
Los asaltos recurrentes a las casas de civiles están en clara contradicción con las promesas hechas previamente por el Gobierno de investigar las agresiones por parte de las fuerzas de seguridad contra las viviendas del pueblo.
Hace un año en Bahréin se desencadenó una de las mayores insurrecciones de la 'primavera árabe', que fue duramente sofocada por el Gobierno con el apoyo de EE.UU. y Gran Bretaña. Los medios internacionales, que informaban en detalle de las violaciones de derechos humanos en Libia y Siria, casi han ignorado por completo estos acontecimientos.
En 2011 el rey Hamad bin Isa Al Khalifa reconoció la extralimitación por parte de los cuerpos de seguridad contra los manifestantes, y se comprometió a realizar reformas para "satisfacer" a todas las partes en el país. La declaración vino después de un informe emitido por la Comisión Independiente de Investigación de Bahréin (BICI) que confirmó que las fuerzas del régimen habían utilizado "fuerza excesiva”.
En la actualidad el país más pequeño del Golfo Pérsico se ve fuertemente dividido a causa de una violenta confrontación en su Gobierno entre la mayoría chiita y la minoría sunita. La situación del archipiélago alarma a muchas naciones interesadas en su estabilidad. Pero Occidente, sumergido en los asuntos del conflicto sirio, está muy lejos de intervenir en el desarrollo de los acontecimientos en Bahréin. Los intereses occidentales en el país son evidentes. Uno de ellos es que el reino alberga la quinta flotilla norteamericana, la base más grande de sus naves militares, en esa región tan rica en crudo, a tan solo un tiro de piedra de Irán.