"Ustedes mienten sobre Siria”, dice un sirio a una reportera de la BBC en Damasco. "Es mi primer día aquí", contesta la periodista. Diálogos de este tipo son comunes en la Siria actual. Las antenas parabólicas predominan en el país y muchos pueden seguir desde sus casas la cobertura de los medios occidentales del conflicto en el país y se dan cuenta que sus temores y pérdidas son intencionalmente pasados por alto.
Pasar de ser mediador de la información a simpatizante explícito de una de las partes del conflicto, en muchos casos de parte de la oposición, parece ser la práctica aceptada entre los periodistas que cubren los sucesos en Siria. Si uno consulta las estadísticas se da cuenta de que la mayoría de los reportajes de los medios occidentales sobre la situación en el país tratan sobre aquellos que luchan contra el gobierno. En ellos, el régimen de Bashar Al Assad suele ser condenado por el uso de la fuerza contra la población y muy pocos hablan de los crímenes cometidos por las fuerzas rebeldes.
Hoy en día en Siria están acreditados unos 80 medios foráneos. Sin embargo, no siempre su audiencia confía ciegamente en la información que le ofrecen. “Tienen una línea editorial y quieren pintar una cierta imagen de Siria”, comenta Kris Jansen, un escritor belga independiente.
La batalla mediática es ahora más tensa que nunca en Siria. La televisión se ha convertido en un arma y las cámaras y micrófonos son las 'balas' con las que los periodistas fomentan el derrame de sangre en la llamada 'lucha por la libertad'.