Según el Departamento de Servicios Financieros del estado de Nueva York, el Standard Chartered Bank (SCB) “conspiró durante casi diez años con el Gobierno de Irán y escondió a las autoridades reguladoras cerca de 60.000 transacciones secretas, que suponían al menos 250.000 millones de dólares, y que le surtieron unos beneficios de cientos de millones de dólares en comisiones”.
En un informe el Departamento acusa a uno de los mayores bancos de Reino Unido de haber violado las leyes de EE.UU., que restringen las transacciones con entidades iraníes debido al peligro de estar apoyando al programa nuclear de ese país.
Con el objetivo de “ganar cientos de millones de dólares casi a cualquier coste”, el regulador imputa también a Standard Chartered por falsificación de informes financieros y obstrucción a la administración gubernamental, entre otras cuestiones. Por lo que ha amenazado con revocarle su licencia para operar en ese país.
Además el informe asegura que el SCB “dejó al sistema financiero estadounidense vulnerable a terroristas, comerciantes de armas, redes de droga y regímenes corruptos”.
En tanto los dirigentes del Standard Chartered niegan categóricamente todas las acusaciones, y señalaron que el informe no presenta “una imagen completa y precisa”. Asimismo agregaron que “el 99,9% de las operaciones relativas a Irán” cumplían con las regulaciones establecidas.
A raíz de estas acusaciones las acciones del banco británico han caído hasta un 17% en los mercados.
Por su parte, las autoridades estadounidenses sospechan que patrones similares de lavado de dinero también fueron utilizados por dicha entidad financiera para sus clientes de Birmania, Libia y Sudán.
En 2011 el Gobierno de EE.UU. aumentó la presión sobre el sistema bancario de Irán, al identificarlo como “jurisdicción de preocupación prioritaria por lavado de dinero”, incluido su Banco Central, las entidades privadas y sus subsidiarias que operan fuera del país.