Durante los test, los misiles Arrow-3 deberán interceptar en el espacio a un simulador de un misil balístico de medio alcance, análogo a los que tienen Irán y Siria, que son capaces de portar ojivas nucleares o cargas químicas.
Según los militares israelíes, el nuevo sistema sería capaz de garantizar la interceptación de los misiles iraníes Shihab y Sejil, así como de los modernizados sistemas Scud del Ejército sirio.
Hoy por hoy, Israel dispone de dos baterías Arrow-2, capaces de interceptar misiles a alturas menores. A diferencia de los Arrow-3 que destruyen el objetivo en el impacto directo, los Arrow-2 eliminan su blancos al explotar cerca de ellos.
El Ejército israelí prevé integrar el Arrow-3 a los sistemas de defensa antiaérea estadounidenses que defienden el cielo de Israel.
Según destacan los medios israelíes, se agiliza este nuevo despliegue en vista de una eventual amenaza nuclear de Irán y de un ataque por parte de Siria, que amenazó con emplear sus armas químicas en caso de una injerencia foránea en el conflicto interno en ese país.