Según el fiscal, las investigaciones revelaron que las tres jóvenes, -Nadezhda Tolokónnikova, María Aliójina y Ekaterina Samutsevich- llegaron al templo vestidas de una forma “muy indecente” y su comportamiento en el lugar fue “desafiante, cínica y extremadamente vulgar para un lugar así”. Por esta razón, pidió al juez declararlas culpables por “vandalismo” y enviarlas a la prisión para ser reeducadas.
El pasado 21 de febrero las rockeras, que actualmente se encuentran en prisión preventiva, irrumpieron en la Catedral del Cristo Salvador de Moscú, subieron al altar y tras despojarse de algunas prendas de vestir, con los rostros cubiertos con pasamontañas, tocaron una guitarra eléctrica cantaron estrofas como “Madre de Dios, echa a Putin”.
La parte demandante argumentó que la Catedral es un símbolo de fe para los ciudadanos y que la actuación fue “insultante y sacrílega para los ortodoxos”.
Anteriormente, el propio presidente ruso Vladímir Putin, indicó que las jóvenes no deben ser juzgadas severamente. “Espero que la Corte estipule una sentencia correcta y argumentada”, dijo el mandatario.
La sentencia máxima que podían haber recibido las tres chicas por sus actos indignos es de siete años de cárcel. Las mismas acusadas aseguran que no querían insultar los sentimientos de los fieles y que su acción tenía solamente carácter político.
El caso ha dividido a la sociedad rusa. Hay gente que considera el comportamiento de las chicas como una ofensa y un insulto a todos los parroquianos ortodoxos y exige una pena ejemplar.
Por otra parte, hay quienes opinan que la postura de la justicia hacia las jóvenes es demasiado dura y no corresponde al tipo de delito que cometieron. Muchos intelectuales y artistas rusos, incluso extranjeros, como Madonna mostraron su apoyo a las integrantes de Pussy Riot.