La ONU exige a EE.UU. que no produzca más etanol para evitar crisis alimentarias

La Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) incrementa la presión sobre EE.UU. para que cambie sus políticas de biocombustibles para prevenir una crisis alimentaria a nivel global.
"Una suspensión inmediata y temporal de la legislación estadounidense" que destina cuotas de las cosechas de maíz a la producción del biocarburante "daría cierto alivio al mercado y permitiría destinar más granos a la alimentación humana y animal", señaló el director de la FAO, José Graziano da Silva, en una columna publicada por el diario británico Financial Times esta semana.
La preocupación de este organismo aumentó ante la intensa sequía en la zona central de EE.UU. que impulsó a este cultivo hasta precios récord. 
Algunos especialistas  aseguran que esas tendencias alcistas afectan especialmente a las poblaciones de los países pobres, dependientes de los vaivenes del mercado mundial, en un contexto en el que EE.UU. figura como el mayor productor mundial de etanol compuesto a base de cereales. 
“EE.UU. puede tomar medidas positivas o negativas al respecto”, dijo a RT el director de la organización Vamos Unidos USA, Juan José Gutiérrez.
“Si suspende la producción de etanol, eso sería una medida muy positiva para evitar que los precios del maíz y de otros granos se sigan elevando como consecuencia de la fuerte sequía que se ha dejado sentir en el mundo y de manera muy particular en EE.UU.”, dijo.
Sin embargo, las primeras señales lanzadas por parte de EE.UU. no son esperanzadoras, afirmó el experto. También agregó que, según el secretario de Agricultura de EE.UU., Tom Vilsack, el 40% de la cosecha que el país utiliza para la producción de biocombustibles tiene un impacto positivo para la nación.
La postura estadounidense, en opinión del analista, “es muy dañina” porque “la economía mundial está pasando por una situación sumamente difícil”.
La coyuntura actual, recalcó, es similar a la situación de hace aproximadamente cinco años, cuando el aumento del precio del carburante y la subida del uso de biocombustibles, entre otros factores, incrementaron el precio de los alimentos, lo que desencadenó protestas en Egipto, Camerún y Haití.