Los rebeldes aseguran que de esta forma se protegería a la población, ya que esta sufre el fuego de artillería y los ataques aéreos, particularmente en la ciudad de Alepo. En esta urbe al norte de Damasco las fuerzas gubernamentales se preparan para tomar los barrios controlados por los insurgentes.
Según el periodista internacional Eloy Pardo, el Gobierno de Siria está haciendo lo que haría cualquier gobierno del mundo si en su territorio tuviera a grupos armados que pretenden romper el Estado. “No hace nada que no haría cualquier país del mundo. Han intentado en repetidas ocasiones abrir el escenario de diálogo con esa oposición fragmentada y han obtenido siempre un gran desprecio”, explica.
El experto supone que las fuerzas del régimen seguirán en esta vía, “una vía que combina un esfuerzo diplomático, un esfuerzo en la ONU y además un esfuerzo militar que evidentemente no tiene otra respuesta que combatir a los insurgentes armados”.
“El ejemplo del área de exclusión aérea no fue más que una cortina de humo para 'exclusivizar' esa área a los bombarderos de la OTAN. Esta sería la opción que se barajaría para Siria si se aplicase la zona de exclusión aérea. El conflicto se convertiría en un conflicto sin freno, con una espiral de destrucción mucho mayor y con consecuencias internacionales absolutamente imprevisibles. El fin real de esta medida es atacar los principales nudos militares del Gobierno sirio y como siempre es difícil separar eso de los ataques a la población civil, que aumentarían”, cree.
Mientras tanto, se registra un enfrentamiento armado de las tropas sirias con destacamentos jordanos en la frontera entre ambos países. Y los insurgentes declaran haber derribado en el este del territorio un avión caza del Gobierno publicando en la red un vídeo del ataque. El Gobierno afirma, a su vez, que el avión no fue derribado sino que se trata de problemas técnicos que tuvo la nave aérea.