En enero de 2012 en la ciudad siria de Homs fue asesinado un periodista occidental: el francés Gilles Jacquier. La primera reacción de muchos en su país fue condenar a las fuerzas gubernamentales sirias. Un compañero del reportero asesinado, Christophe Kenck, dice que él mismo consideró en un primer momento que las fuerzas del Gobierno sirio estaban detrás de su muerte.
“Giles era un buen amigo. Él siempre estaba sonriendo, estaba feliz, siempre tenía ganas de estudiar nuevos lugares, siempre muy curioso. Amaba su trabajo. Y además, era muy sociable. Éramos felices de ir a filmar porque tendríamos la posibilidad de vivir nuevas aventuras como la que atravesamos en Siria. Él realmente tenía esta ansiedad de contar lo que está sucediendo en el otro extremo del mundo. Su cámara y mi cámara, siempre estábamos juntos. Perdí a un amigo”, dijo Christophe Kenck.
Sin embargo, tan solo una semana después del incidente, un reportero de otro periódico francés publicó un artículo en el que revelaba la posibilidad de que el periodista fuera asesinado por las tropas de la oposición.
“Hace unas semanas encontré por casualidad a un miembro de la inteligencia francesa que me dijo que los servicios de inteligencia de Francia llegaron a la conclusión de que fue asesinado por un mortero de 81 mm, por un disparo que provenía del área de los rebeldes, por error. Encontraron el origen del disparo por estudios balísticos. Su conclusión es que fue asesinado por un rebelde. Publiqué esto y fue desmentido, por supuesto, por el Ministerio de Defensa y el Ministerio de Asuntos Exteriores porque realmente no es políticamente correcto”, señaló Georges Malbrunot, periodista de Le Figaro.
La guerra mediática en Siria se está desarrollando junto a los combates entre las fuerzas de Al Assad y los grupos armados. En general, el Ejército es presentado de manera negativa en los medios occidentales y al mismo tiempo los rebeldes aparecen como los defensores de la libertad y de la democracia. Pero la realidad no parece ser tan clara.
“Para mí es más importante saber qué es lo que hizo cada uno. Cuando esto se haga un poco más claro, podremos continuar nuestras vidas. Pero por el momento, todavía estamos de luto. Cada día, cada día", explicó Kenck.
Este verano otro periodista occidental, el conocido reportero británico Alex Thomson, cayó en la trampa durante su trabajo en Siria. “Está claro que los rebeldes deliberadamente nos pusieron bajo el fuego del Ejército sirio”, agregó.
En la entrevista telefónica para RT, el periodista aseguró que los rebeldes trataron de utilizarlo para perjudicar a Damasco. “A mi juicio, los periodistas muertos son un argumento contra Damasco. No hace falta tener mucha lucidez para darse cuenta de que la muerte de periodistas a manos del Ejército sirio sería un golpe estremecedor contra el presidente Assad. No estoy indignado ni tampoco afligido por ello. Esta es una guerra y cosas similares van a suceder. Ambas partes están involucradas en unas tácticas muy sucias. Esta es una guerra sucia e infame de ambas partes”, dijo.
En esta guerra a menudo el micrófono se convierte en un arma más fuerte que un fusil. Aquí se libran fuertes combates por la verdad, una verdad que también es otra víctima del conflicto, como los que pierden sus vidas.