En un hangar de la Base Edwards de la fuerza aérea estadounidense, en el desierto de Mojave (California), un equipo de ingenieros aeroespaciales puso a punto el revolucionario aparato. El proyecto, desarrollado por la NASA y la Agencia de Investigación de Proyectos Avanzados de Defensa de Estados Unidos (Darpa, por sus siglas en inglés), se puso a prueba lanzando el X-51A WaveRider desde un bombardero B-52, al cual iba anclado.
Hasta el momento no se ha confirmado el éxito del vuelo de prueba de esta novedosa aeronave pero, de ser así, el avión podría revolucionar la industria de los vuelos supersónicos, abriendo la puerta a numerosas aplicaciones. Su uso en la esfera civil permitiría cubrir la ruta entre Nueva York y Londres en una hora (en vez de diez).
Para hacerse una idea, ahora el avión de pasajeros más rápido (el Cessna Citation X) alcanza una velocidad de 0.9 mach o 1.100 kilómetros por hora. La NASA y el Pentágono esperan usar la aeronave con fines militares, en concreto para desarrollar nuevas armas y aviones furtivos militares. Tales velocidades neutralizarían las armas del enemigo y permitirían golpear objetivos con mayor rapidez. En la actualidad armas con tales características son los pesados misiles balísticos intercontinentales con ojiva nuclear. Sin embargo, los misiles ordinarios suelen tardar horas en aniquilar algo, y es por ello que los expertos ven el futuro en las armas supersónicas.
El plan establecía que el X-51A WaveRider volara a velocidad hipersónica durante 300 segundos para sumergirse después en el océano Pacífico. La nave debería haberse destruido durante la prueba, aunque los ingenieros podrían utilizar todos los datos registrados durante el
vuelo para el desarrollo de la tecnología hipersónica en usos militares.
El vuelo de prueba del X-51A fue el tercer experimento de un programa de 140 millones de dólares que comenzó en 2004.