Una petición en Internet dirigida a los pilotos militares del país ya cuenta con centenares de firmas. El documento pide a los efectivos del Ejército que desobedezcan las órdenes de sus superiores y digan "no" a un bombardeo a Irán, a pesar del riesgo de perder la carrera y ser enjuiciados.
Un ataque contra la República Islámica sería una apuesta muy equivocada, acentúan los autores del texto. Implicaría unos riesgos muy severos y no resuelve el problema principal. Incluso en caso de una ‘operación relámpago’ exitosa, según lo que tienen pensado los partidarios de Benjamin Netanyahu, el programa nuclear iraní no resultaría paralizado, solo lo demoraría temporalmente, en uno o dos años.
Las consecuencias de un asalto a las instalaciones atómicas del país serían “catastróficas”, afirman. Sus principales argumentos son:
- “El ataque afectaría de un modo imprevisible la situación en toda la región que ya es muy inestable”.
- “Podría causar una fuga de sustancias radiactivas, dañinas para la población civil y en este caso tanto el Estado de Israel como las personas que efectuaron el bombardeo pueden ser acusados de crímenes de guerra”.
- “Podría provocar el cierre del Estrecho de Ormuz (la mayor vía en el mundo para el tránsito del petróleo, cuya costa norteña es territorio de Irán) y ocasionar un grave trastorno en el suministro global del crudo, una subida drástica de los precios del petróleo y agravar severamente la crisis económica global. En este caso, tanto los países de Europa como EE.UU., pueden culpar a Israel, por consecuencias muy graves y duraderas”.
Los rumores sobre la posibilidad de que el Gobierno israelí tome la decisión de asaltar instalaciones nucleares de Irán se intensificaron en los últimos días. A ello contribuyó también el hecho de que el Consejo de Ministros aprobara el 15 de agosto el nombramiento del ex jefe de los servicios secretos israelíes Avi Dichter como ministro de Defensa Civil y Retaguardia. Dichter es partidario de atacar a Irán y su entrada al Gabinete para asuntos de seguridad refuerza la postura beligerante que sostienen el primer ministro Benjamín Netanyahu y el titular de Defensa, Ehud Barak.