Además, el microsatélite científico ‘Esfera’, un módulo destinado a perfeccionar los métodos matemáticos para determinar la resistencia atmosférica, fue puesto en órbita. Aparte de su activación, se logró reforzar la protección de la plataforma espacial ante un eventual ataque de meteoritos.
A continuación, los astronautas desmantelaron uno de los tres contenedores especiales con hongos y bacterias, instalados en duras condiciones cósmicas en agosto del año pasado.
Objetivo
El experimento con bacterias tiene como reto estudiar los efectos de la ingravidez y la radiación espacial sobre el estado de los organismos vivos, en busca de averiguar sus procesos de mutación y el impacto que causan los microbios en la superficie externa de la estructura del segmento ruso de la EEI.
Según la jefa del experimento, Natalya Nóvikova, el estudio de la existencia de organismos vivos en el espacio abierto ayudará a resolver parte de los problemas que suponen las misiones interplanetarias. Así, se destaca que en el futuro cercano los científicos serán capaces de averiguar si es posible la llegada de seres vivos a otro planeta y si el hecho romperá el desarrollo evolutivo del ecosistema local.
"Para nosotros es importante entender si los organismos provenientes de otros planetas o los microorganismos terrestres que estuvieron en el espacio y son capaces de mutar, pueden ser traídos a la Tierra”, subrayó Nóvikova.