Esa es la opinión del analista argentino Maximiliano Sbarbi Osuna, quien considera además que Occidente busca derrocar a Al Assad para cortar el 'corredor chiita’. La zona geográfica y política que comprende Irán, Irak, gran parte de Siria y el sur de Líbano, sobre todo representado por la guerrilla Hezbolá, unidos por una similitud confesional, permitía a Irán adquirir mucho peso en la región.
“Al terminar con el Gobierno de Al Assad, si esto va a acaecer en los próximos meses —dice el experto—, Occidente cortaría este corredor chiita, por el cual Irán mantiene toda influencia sobre la gran parte de la región de Medio Oriente”.
El experto recuerda también que Turquía era un gran aliado hace un año y medio del Gobierno de Bashar al Assad. Pero las intenciones de Al Assad de construir un gasoducto y un oleoducto que transiten desde Irán e Irak, pasen por territorio sirio y de allí hacia el Mediterráneo para exportar gas y petróleo a Europa dejaron a Turquía a un lado. A su juicio, “esto provocó que Turquía cambiase de bando y se pusiese al frente del financiamiento de los rebeldes anti-Assad”.
Sbarbi Osuna revela también la intención de “rediseño de la región”, muy propia de Occidente en general. En su opinión, este factor explica por qué las potencias occidentales favorecen a que las armas procedentes de Libia, que pertenecían a Gaddafi, lleguen ahora a los rebeldes sirios junto a aquellos grupos de Al Qaeda que se apoderaron de ellas durante el conflicto en el país africano.