Mantener a un solo caballo supone una inversión de unos 300 euros al mes, lo que a menudo resulta inasumible para muchas familias e incluso para dueños de cuadras que se ven obligadas a cerrar sus puertas. Los animales más afortunados acaban en refugios.
“La crisis nos ha ido llevando a tener que recoger a muchísimos animales. La gente trata de quitárselos de en medio cuanto antes”, dice Dilfeno Romero Rodríquez, responsable del centro de acogida de animales Burrolandia. En muchos casos, los animales “están en un estado lamentable, muertos en vida”, añade.
Por otro lado, miles de caballos acaban cada mes en los mataderos, algunos de los cuales incluso se están especializando en el sacrificio de caballos o de ciervos, una actividad que antes prácticamente no realizaban. Este año el sacrificio de caballos ha crecido un 30 % y la carne suele exportarse porque en España su consumo es insignificante, según el secretario general de la Asociación Profesional de Salas de Despiece y Empresas Cárnicas, Manuel González.
La problemática ha alcanzado también al negocio de la cría. Apenas se venden caballos de pura raza y en algunos casos los precios se han reducido a la mitad. “Mientras podamos mantenernos y seguir pues seguiremos, si no llega un momento en el que uno no puede mantenerlo y tienes incluso que hasta mandar al matadero a animales” de raza, cuenta a propietaria de la yeguada Susaeta, María José Ruíz.