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Alemania negoció en secreto con los organizadores del atentado en los JJ.OO. 1972
Después del atentado terrorista de los Juegos Olímpicos 1972 en Múnich, el Gobierno de la República Federal de Alemania mantuvo negociaciones secretas con sus organizadores, según el diario alemán Der Spiegel.
El encuentro clandestino fue celebrado entre Walter Scheel, entonces ministro de Relaciones Exteriores de la República Federal, y varios miembros de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), cuya identidad no se ha filtrado. Sin embargo el diario, basándose en los datos de los archivos del Ministerio de Exteriores y del archivo federal, asegura que se trató de personas involucradas en los preparativos para el atentado que terminó con la muerte de 11 deportistas israelíes.
El objetivo de las negociaciones era formar “una nueva base de confianza”. El Gobierno alemán no requirió que la OLP diera garantías de abandonar las prácticas terroristas. La condición principal fue que no volviera a cometer atentados en el territorio de la República Federal de Alemania. La OLP demandó a cambio apoyo político a la idea de una Palestina soberana e independiente.
Según filtra Der Spiegel, es muy probable que precisamente debido al acuerdo conseguido durante aquella reunión la Fiscalía alemana no abriera un caso penal contra los ejecutores inmediatos del atentado ni contra los organizadores. Los tres terroristas arrestados fueron liberados poco después. Fueron intercambiados por los pasajeros y tripulantes de un avión de la línea aérea alemana Lufthansa secuestrado en octubre de 1972 por Septiembre Negro, la misma organización terrorista palestina vinculada con la OLP que estaba involucrada en el atentado en los JJ.OO.
Mohammed Daoud Oudeh alias ‘Abu Daoud’, el cerebro de la masacre de Múnich, fue arrestado en Francia. París dirigió a Alemania Occidental la proposición de extraditarle, pero no recibió una respuesta definitiva. Finalmente, Daoud también salió en libertad y se fue a vivir a Siria. En 2010 murió en un hospital de Damasco por una insuficiencia renal.
No es la primera filtración de Der Spiegel respecto a este caso. En el marco de su investigación, el diario comunica también que los servicios de seguridad de la República Federal de Alemania tenían una información "clara y precisa" para poder prevenir el atentado en los JJOO. A finales de julio publicó una nota donde dijo que las autoridades intentaron, además, encubrir sus omisiones y eliminaron parte de los documentos relacionados con el ataque terrorista de Múnich.
AFP
La denominada masacre de Múnich tuvo lugar la madrugada del 5 de septiembre de 1972 durante la XX edición de los Juegos Olímpicos de verano. Ocho terroristas palestinos, vestidos con chándal y con bolsas de deporte donde llevaban armas, penetraron en la villa olímpica. Escalaron la verja que rodeaba el complejo, siendo ayudados por deportistas estadounidenses que desconocían su verdadera identidad y creían que, como ellos, querían acceder furtivamente a sus apartamentos tras una noche de diversión.
Una vez dentro, los terroristas irrumpieron en los apartamentos donde estaba alojado el equipo israelí. El entrenador del equipo de lucha, Moshé Weinberg, advirtió un ruido extraño y dio un grito de alerta mientras intentaba cerrar la puerta forcejeando con los terroristas. En la confusión, nueve atletas pudieron escapar. Los terroristas tomaron como rehenes a un total de 11 deportistas israelíes. Dos de los capturados fallecieron, entre ellos Weinberg que intentó atacar a uno de los asaltantes con un cuchillo, y Joseph Romano, que trató de agarrar el arma de uno de los terroristas.
A cambio de la vida de los rehenes israelíes, el grupo terrorista exigió la liberación de 236 presos palestinos y su traslado seguro a Egipto. La entonces primera ministra de Israel, Golda Meir, se negó. Tras unas horas de tensas negociaciones con los secuestradores, las autoridades alemanas fingieron llegar a un acuerdo y se comprometieron a garantizarles un transporte a El Cairo.
Dos helicópteros llevaron a los asaltantes y a los rehenes a un aeródromo que la Policía quería hacer pasar por Riem, el aeropuerto internacional cercano a Múnich. Al aterrizar, los terroristas se dieron cuenta del engaño y se produjo un intenso tiroteo con la Policía. Los cinco francotiradores alemanes seleccionados especialmente para disparar a los secuestradores no tenían preparación para este tipo de operaciones. No disponían de radios para coordinar el fuego, y carecían de rifles de precisión y de teleobjetivos o dispositivos de visión nocturna. El caos que sobrevino acabó con la vida de los nueve rehenes, un policía alemán y cinco de los ocho terroristas.
AFP
El objetivo de las negociaciones era formar “una nueva base de confianza”. El Gobierno alemán no requirió que la OLP diera garantías de abandonar las prácticas terroristas. La condición principal fue que no volviera a cometer atentados en el territorio de la República Federal de Alemania. La OLP demandó a cambio apoyo político a la idea de una Palestina soberana e independiente.
Según filtra Der Spiegel, es muy probable que precisamente debido al acuerdo conseguido durante aquella reunión la Fiscalía alemana no abriera un caso penal contra los ejecutores inmediatos del atentado ni contra los organizadores. Los tres terroristas arrestados fueron liberados poco después. Fueron intercambiados por los pasajeros y tripulantes de un avión de la línea aérea alemana Lufthansa secuestrado en octubre de 1972 por Septiembre Negro, la misma organización terrorista palestina vinculada con la OLP que estaba involucrada en el atentado en los JJ.OO.
Mohammed Daoud Oudeh alias ‘Abu Daoud’, el cerebro de la masacre de Múnich, fue arrestado en Francia. París dirigió a Alemania Occidental la proposición de extraditarle, pero no recibió una respuesta definitiva. Finalmente, Daoud también salió en libertad y se fue a vivir a Siria. En 2010 murió en un hospital de Damasco por una insuficiencia renal.
No es la primera filtración de Der Spiegel respecto a este caso. En el marco de su investigación, el diario comunica también que los servicios de seguridad de la República Federal de Alemania tenían una información "clara y precisa" para poder prevenir el atentado en los JJOO. A finales de julio publicó una nota donde dijo que las autoridades intentaron, además, encubrir sus omisiones y eliminaron parte de los documentos relacionados con el ataque terrorista de Múnich.
AFP
La denominada masacre de Múnich tuvo lugar la madrugada del 5 de septiembre de 1972 durante la XX edición de los Juegos Olímpicos de verano. Ocho terroristas palestinos, vestidos con chándal y con bolsas de deporte donde llevaban armas, penetraron en la villa olímpica. Escalaron la verja que rodeaba el complejo, siendo ayudados por deportistas estadounidenses que desconocían su verdadera identidad y creían que, como ellos, querían acceder furtivamente a sus apartamentos tras una noche de diversión.
Una vez dentro, los terroristas irrumpieron en los apartamentos donde estaba alojado el equipo israelí. El entrenador del equipo de lucha, Moshé Weinberg, advirtió un ruido extraño y dio un grito de alerta mientras intentaba cerrar la puerta forcejeando con los terroristas. En la confusión, nueve atletas pudieron escapar. Los terroristas tomaron como rehenes a un total de 11 deportistas israelíes. Dos de los capturados fallecieron, entre ellos Weinberg que intentó atacar a uno de los asaltantes con un cuchillo, y Joseph Romano, que trató de agarrar el arma de uno de los terroristas.
A cambio de la vida de los rehenes israelíes, el grupo terrorista exigió la liberación de 236 presos palestinos y su traslado seguro a Egipto. La entonces primera ministra de Israel, Golda Meir, se negó. Tras unas horas de tensas negociaciones con los secuestradores, las autoridades alemanas fingieron llegar a un acuerdo y se comprometieron a garantizarles un transporte a El Cairo.
Dos helicópteros llevaron a los asaltantes y a los rehenes a un aeródromo que la Policía quería hacer pasar por Riem, el aeropuerto internacional cercano a Múnich. Al aterrizar, los terroristas se dieron cuenta del engaño y se produjo un intenso tiroteo con la Policía. Los cinco francotiradores alemanes seleccionados especialmente para disparar a los secuestradores no tenían preparación para este tipo de operaciones. No disponían de radios para coordinar el fuego, y carecían de rifles de precisión y de teleobjetivos o dispositivos de visión nocturna. El caos que sobrevino acabó con la vida de los nueve rehenes, un policía alemán y cinco de los ocho terroristas.
AFP
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