Angela Samuels es una de las estadounidenses que ha perdido todo. El banco se quedó con su casa y ahora sobrevive gracias
a la ayuda de familiares y amigos. Es una de las millones de personas que han sufrido un desahucio en EE.UU.
“Cierto día llegó un inversor diciendo que podía ayudarme pero se aprovechó de mí porque me convenció para firmar una hipoteca de 136 mil dólares y obviamente, cuando el banco vino por el dinero, yo no les pude pagar y se quedaron con mi casa sin más”, comenta Samuels.
La Magistrada que llevaba su caso le dedicó menos de cinco minutos antes de fallar a favor del banco. Sin embargo, y tras la decisión de la Juez, la que fuera su casa durante 43 años no ha sido ocupada por otra familia, sino que el banco se la vendió a un grupo inversor que posee 82.000 propiedades en el condado de Miami, consorcio que estaría a la espera del momento más apropiado para especular con ellas.
“El sistema es corrupto; los jueces, los inversores, todos van tras el dinero. Son un círculo cerrado al que solo le interesa las ganancias”, continua Samuels.
Angela pertenece a uno de los grupos minoritarios más afectados por la crisis inmobiliaria. Los afroamericanos alcanzan el 3,5% y los latinos con un 3,9% sufren más desahucios, de cara al 1,5 % de los estadounidenses blancos. La respuesta de Angela a este problema es tan sencilla como rotunda: “el motivo es que el racismo aun es un hecho en nuestro país", sentencia.
Este tipo situaciones se están convirtiendo en algo común en Miami, la que se ubica en el tercer puesto de las ciudades con la mayor cantidad de desahucios del país, después de Chicago y Las Vegas.
Sin embargo los expertos apuntan que nadie está obligado a firmar nada con lo que no esté de acuerdo, por lo que al fin y al cabo la culpa es siempre de quien acepta las condiciones.
“En ningún caso alguien puso un revolver en la cabeza de un consumidor obligándole a comprar una casa o a firmar una hipoteca. Lo que ocurrió es que mucha gente no presto la atención debida; mucha gente se animó demasiado suponiendo que la burbuja inmobiliaria iba a subir para siempre y hubo una falta de responsabilidad por parte de los consumidores”, dijo el abogado Robert Macauly.
La gente de pocos recursos monetarios suele confiar en los bancos para que manejen sus humildes finanzas pero en muchas ocasiones reciben el efecto contrario.
“Mucha gente piensa que los jueces y los abogados están allí para ayudarles por si algo sale mal, pero en el sector inmobiliario esto no es así. Ellos están ahí solo para el 1% de la población. Sirven a los intereses de las grandes corporaciones; solo quieren proteger sus propios beneficios y la gente común no les importa”, opina la activista especializada en embargos Whitney Maxey.
Angela se suma ahora a la creciente lista de personas sin hogar en el país y ha descubierto la cara más amarga del ´sueño americano´. “La gente cree que este es el país de las oportunidades, pero también es el país de la corrupción bancaria, de los embargos y de la gente sin hogar”, puntualiza Samuels.
El pasado mes de febrero el Gobierno llegó a un acuerdo de 25 mil millones de dólares con los cinco bancos mayoritarios del país para intentar frenar el ritmo de desahucios. Sin embargo, aunque las medidas están aliviando la situación, es demasiado tarde para personas como Angela, puesto que se quedan en la calle junto con la enorme sensación de haber sido traicionadas.