Las sustancias químicas y humos tóxicos que se liberaron en el colapso del World Trade Center el 11 de septiembre de 2001, tuvieron un efecto grave sobre la salud de las personas que participaron en las operaciones de rescate. Pero todavía los héroes que salvaron las vidas a muchos, se ven obligados a luchar por su asistencia médica.
Los bomberos, agentes de policía y constructores que participaron en las obras de socorro reclaman ahora, el cumplimiento de las promesas de cambios con las que se comprometió el presidente de EE.UU., Barack Obama. Están exigiendo que se apruebe el proyecto de Ley HR 847, que facillita la observación médica y el tratamiento para aquellos que trabajaron en la zona cero, así como para los vecinos que se vieron expuestos a las toxinas.
El mandatario estadounidense envía 30.000 soldados más a Afganistán, mientras que los héroes del 11-S denuncian estar luchando por su vida. Ocho años después de los ataques terroristas, la lista de víctimas sigue creciendo. Unos mueren a causa del cáncer que se está cobrando más vidas de los supervivientes del colapso. Otros enfermos y desempleados son incapaces de pagar la atención médica.
El marido de Jennifer Mcmanara era bombero y murió por este mal a los 44 años de edad. Luchó por su vida al igual que lo hacía para conseguir el seguro médico que correspondía a los héroes. “Lo que pasamos durante 3 años: mi marido, mi hijo y yo, se puede llamar con una sola palabra: infierno. Pero yo sé que hay otras familias en condiciones similares o aún peores.” Según aseguró ella, el Gobierno no quiso defender a su marido ni darle lo que se merecía.
El oficial de policía retirado Mike Valentin, participante de la labor de emergencia en primera fila, califica tal fecha como el Chernobyl estadounidense. Según él, el número de gente que morirá de diferentes dolencias por esta tragedia superará en número a las víctimas que fallecieron en el atentado. Valentin lamenta que las autoridades han vuelto las espaldas a aquellos operarios aunque prometieron nunca olvidarlos.
Los abogados de los damnificados, como John Feal de la fundación FEALGOOD, siguen apelando al presidente que prometió cambios. Feal dice que Obama le envió una carta llena de simpatía, pero que no da ningún tipo de apoyo. Después de superar todas las calamidades recibidas en las torres, ahora presta ayuda a las familias de las víctimas de la tragedia que luchan por la asistencia médica. “Los millones de dólares que se gastan en las guerras deberían destinarse a las necesidades de los ciudadanos”, afirma.
Las pérdidas militares del contingente en Afganistán para el año 2009 se duplicaron en comparación con 2008. Según el sitio web independiente www.icasualties.org, que calcula las pérdidas de estas tropas y la de otros países en Irak y Afganistán, en la República Islámica murieron 310 soldados y oficiales de Estados Unidos, mientras que en 2008 fallecieron 155 personas.
Washington dice que su meta en aquel territorio es que el Gobierno de ese país asuma la responsabilidad por sus ciudadanos. Sin embargo en los EE.UU. un sinfín del personal de emergencias y de rescate, están enfermos esperando que hagan lo mismo por ellos.