Algunos países vecinos están ayudando a Siria, mientras que otros están conspirando en su contra, comentó Al Assad. “Estamos enfrentados a una batalla regional e internacional y la ganaremos”, aseguró.
En el conflicto sirio se ve claramente la mano de las potencias occidentales, opina el analista político Miguel Guaglianone. Según el experto, a pesar de todas las declaraciones de buenas intenciones, la caída del régimen de Bashar al Assad es el propósito fundamental de los países occidentales ya que les permitiría terminar de cercar a Irán, que es el objetivo final de la visión geoestratégica de EE.UU. para el siglo XXI.
Según Al Assad, todo lo que está pasando en su Estado es un atentado terrorista, no una revolución. Destacó que la lucha contra estos grupos terroristas que atentan contra la unidad nacional es exitosa y que la situación actual en el país es “mejor” que hace unos meses, aunque admitió que las Fuerzas Armadas no habían hecho lo suficiente para evitar bajas civiles.
Puntualizó, además, que ha habido errores, robos e infracciones, pero comentó que los responsables por cometerlos están procesados actualmente.
Comentó también las fugas masivas de altos funcionarios sirios a otros países. “Las deserciones son algo positivo, es un proceso de limpieza. Los desertores son gente corrupta que busca beneficios financieros o son cobardes. Son malos o débiles”, detalló.
Al Assad volvió a descartar, además, la idea promovida por algunos países, entre ellos Turquía, de crear en las fronteras sirias 'zonas tapón' para acoger a los refugiados que huyen del conflicto armado que sacude el país. "Pienso que hablar de zonas de seguridad, primero no está en la mesa y, segundo, es [una idea] irreal, ni siquiera para los países hostiles y enemigos de Siria", insistió.
Turquía, por su parte, comunica que a pesar del rechazo de Damasco a la idea de las 'zonas tapón', planteará el tema el 30 de agosto ante el Consejo de Seguridad de la ONU. El canciller turco, Ahmet Davutoglu, insiste en que establecer una zona de seguridad es una necesidad vital. Actualmente en Turquía hay ya unos 80.000 refugiados sirios y el país se está quedando sin espacio ni recursos para atenderlos, mientras que el flujo de personas que intenta escapar del conflicto sigue aumentando.