Para que estos planes se hagan realidad, el Pentágono necesita la aprobación del Congreso y del Departamento de Estado. No obstante, teniendo en cuenta la polémica provocada por el uso de los drones estadounidenses en diferentes partes del mundo para los llamados 'ataques personalizados', es posible que no le sea fácil recibir esa autorización.
Numerosas organizaciones no gubernamentales, tanto fuera como dentro de EE.UU., acusan a los militares norteamericanos de la muerte de centenares de civiles, víctimas inocentes de los ataques de los drones. Uno de los recientes fallos de este tipo ocurrió la semana pasada en Yemen, donde al menos 13 civiles murieron a causa de los errores cometidos en uno de estos ataques.
No obstante, en EE.UU. hay también ciertas fuerzas interesadas en la venta masiva de los aviones no tripulados, especialmente aquellas que temen que los recortes presupuestarios puedan quitarle al Pentágono miles de millones de dólares para invertir en material bélico.
El año pasado el valor del armamento estadounidense exportado alcanzó la cifra récord de 66.300 millones de dólares. Al mismo tiempo en 2011 EE.UU. firmó la máxima cantidad de contratos de venta de armas en toda la historia de las exportaciones de armamentos norteamericanos. Esta tendencia puede mantenerse, especialmente si los aviones no tripulados pasan a integrar la lista de las armas accesibles para los aliados de Washington, según un informe del Servicio de Investigaciones del Congreso.
El mes pasado una empresa estadounidense de mercadotecnia, Teal Group, señaló que “los gastos en la compra de aviones no tripulados casi se duplicarán a nivel global en los próximos diez años, pasando de 6.600 millones a 11.400 millones de dólares anuales”.