Es difícil mencionar otro acuerdo internacional que tuviera un destino más contradictorio. El 3 de enero de 1993, el entonces presidente ruso Borís Yeltsin y su homólogo estadounidense George Bush (el padre), firmaron el tratado de reducción de armas estratégicas que recibió el nombre de START-2.
Según este documento, ambas naciones se comprometían a reducir el número de cabezas nucleares a no más de 3.500 por cada bando. El parlamento ruso tardó 7 años en ratificar el tratado. Y hasta ahora muchos expertos creen que éste no correspondía en total a los intereses de Moscú, pero sí a los de Washington.
“La ratificación del tratado START-2 tenía más bien un significado político. Era un gesto pacífico hacia Estados Unidos. Pero Washington rechazó este gesto. Poco después, salieron del tratado de defensa antimisiles de manera unilateral”, argumentó Konstantín Sivkov, de la Academia para los Problemas Geopolíticos. Mencionó que esta retirada coincidío con las guerras de Irak y Afganistán, iniciadas por George Bush hijo. “Todo esto acabó con la realización de START-2”.
Efectivamente, después de que Estados Unidos se retiró en 2002 del tratado de defensa antimisiles, Rusia renunció a cumplir el START-2. Pero en aquel momento otro tratado controlaba el armamento estratégico de Moscú y Washington. Se trata de START-1, firmado en 1991, que entró en la historia como el más amplio acuerdo de desarme. El cual obligó a las dos partes a desprenderse del 30 por ciento de su arsenal atómico, pero la validez del tratado expiró el 5 de diciembre pasado. Las negociaciones sobre un nuevo convenio en este ámbito se están realizando ahora.
Pero el gobierno ruso acentúa que la cuestión de las armas estratégicas no puede examinarse fuera del contexto del sistema antimisiles.
“Para conservar el equilibrio sin desplegar un costoso sistema de defensa antimisiles cuya eficacia todavía no ha sido aprobada, debemos desarrollar sistemas ofensivos de combate”, aseguró el primer ministro ruso, Vladímir Putin, a fines de diciembre pasado. “Además tenemos que aumentar el intercambio de información. Si nuestros colegas norteamericanos nos informan sobre su sistema de defensa antimisiles, en recompensa les daremos la información sobre nuestras armas ofensivas”.
Washington, sin embargo, insiste en que el tema del mencionado sistema y el de las armas estratégicas deben ser discutidos aparte. En un comunicado la diplomacia estadounidense subrayó que ambos asuntos son completamente independientes. Según los expertos norteamericanos, esta diferencia de posturas puede dificultar las negociaciones sobre el nuevo tratado del desarme.
“A lo largo de las últimas décadas Rusia intentaba vincular las dos cosas: los sistemas antimisiles de Estados Unidos y el control de las armas ofensivas”, expresó Ivan Oelrich, de la Federación científica norteamericana para los programas de seguridad estratégica. “Estados Unidos siempre optaba por tratados separados, Rusia por unir las conversaciones. Y esto siempre ha sido origen de discrepancias durante las negociaciones. Y me parece que esto vuelve a suceder”.
Mientras tanto Rusia se muestra bastante optimista en cuanto a la perspectiva de firmar el nuevo tratado de reducción de armas estratégicas. A finales de diciembre el Ministro de Relaciones Exteriores del país, Serguéi Lavrov, dijo que falta muy poco hasta que aparezca la versión final del documento. Los expertos creen que se trata de algunos detalles técnicos que todavía están por coordinar.
“Si revisamos el tratado START-1, por ejemplo, veremos que una gran parte del mismo se refiere al protocolo de inspecciones. Cada tesis, cada frase, cada palabra de este documento tiene que ser aprobada por las dos partes. Algo que requiere la participación de muchos especialistas. Creo que es más bien una cuestión técnica que política”, opinó Yevgueni Miasnikov, experto del Centro de Estudios para los Problemas de Desarme.
Por ahora, ningún político o experto se decide a indicar la fecha cuando el acuerdo entre Rusia y Estados Unidos estará firmado. Pero los presidentes de ambos países muchas veces han subrayado la importancia de éste. Es decir que todo lo posible para la firma del nuevo documento del desarme estará hecho, pese a todas las dificultades.