Aunque Johann Breyer, de 87 años, ha admitido haber servido como guardia en el más temible campo de concentración nazi, donde fueron asesinadas más de un millón de personas, la justicia alemana perdió su primer combate contra él y la Corte estadounidense en 2003. En su pugna por mantener la ciudadanía estadounidense, Breyer alega que sólo realizó labores patrullaje en el perímetro del campo y que no perseguía a nadie.
“Fue un guardia nazi entrenado, pagado y uniformado para vigilar los perímetros de dos campos, con orden de disparar contra aquellos que intentaran escapar”, dictaminó la justicia de EE.UU. en 1994.
Sin embargo, en 2003 una Corte estadounidense dictaminó que este ex soldado de las SS no era responsable de sus decisiones, puesto había ingresado en su unidad a la edad de 17 años.
Ahora las autoridades alemanas estudian otras pruebas contra él y esperan obtener resultados este mes de octubre, según el portavoz de la fiscalía de la ciudad de Weiden, en Baviera.
Breyer emigró en 1952 a Estados Unidos, donde solicitó la ciudadanía, que le fue concedida pronto.
Solo en los años 90 del siglo pasado el gobierno estadounidense intentó privarle de esta ciudadanía por primera vez, esgrimiendo que los nazis no tenían derecho a ello.
El caso de Breyer, que no niega su pertenencia a la temible división de las SS Totenkopf (Cabeza Muerta) se asemeja al de otro ex vigilante de campos de concentración, Iván Demyaniuk, residente en Ohio y de nacionalidad ucraniana, que pugnó por su libertad durante dos décadas y fue procesado en Alemania solo en 2011.
Pese a ser condenado a cinco años de encarcelamiento, un tribunal alemán dictaminó que no los cumpliera en prisión debido a su delicado estado de salud. Apodado 'Iván el Terrible' por su crueldad, Demyaniuk pasó el resto de su vida, hasta que murió a los 91 años, en una cómoda casa de un asilo de ancianos en Baviera.