Hace más de siete años la madre y los abogados de McKinnon un ciudadano británico de 46 años, iniciaron una lucha para evitar su extradición a EE.UU.
Las autoridades estadounidenses lo reclamaban por haber llevado a cabo ataques informáticos masivos en 2002 contra sistemas relacionados con la seguridad nacional de aquel país, entre ellos los del Pentágono y la NASA.
Tres años más tarde, EE.UU. comenzó el proceso de extradición contra el británico. Sin embargo, el caso se prolongó debido al estado de su salud mental y la severidad de una posible condena.
El internauta, considerado por Washington como uno de los delincuentes digitales más peligrosos, padece de una forma de autismo que le causa ideas obsesivas y serias dificultades en la interacción con otras personas. Además, los médicos afirman que el proceso judicial al cual está sometido ya ha causado un daño posiblemente irreversible a su salud.
El mismo McKinnon admitió haberse introducido en los sistemas estadounidenses, pero aseguró que estaba buscando evidencias de la existencia de extraterrestres y que quería demostrar que el Gobierno estadounidense posee tecnología anti gravitatoria.