Rahman le dijo a la agencia Associated Press que, por ser el informante encubierto, la Policía de Nueva York le pagó alrededor de 1.000 dólares mensuales y le revocaron los cargos de posesión de marihuana, cargos por los cuales debía presentarse ante un tribunal.
El analista internacional Wilfredo Amr Ruiz opina que la Policía neoyorquina violó la ley al perseguir a personas inocentes sin ninguna sospecha de que estén involucradas en actividades criminales.
"Esta práctica de la Policía de Nueva York, estereotipando las comunidades musulmanas, levantando dosieres a las personas e instituciones es totalmente ilegal, se llama al entrampamiento. (…) No tan solo lo hace la Policía de Nueva York, que quede muy claro, también lo hacen abiertamente y descaradamente las agencias federales como el FBI, levantan dosieres a individuos sin que necesariamente hayan estado o hayan sido sospechosos de estar envueltos en alguna empresa criminal", dijo a RT el analista.
El joven trabajaba bajo la estrategia "crear y captar", propuesta por la Policía. Eso supone que el informante inicia conversaciones sobre temas como yihad o terrorismo y luego captar sus respuestas y pasarlas a los policías. "Necesitamos que te conviertas en uno de ellos", dijo Rahman citando las palabras de los policías. "Es todo un teatro callejero", relató.
El ex informante dijo que a veces intencionalmente malinterpretaba la información, sacando de contexto las respuestas o provocando las conversaciones para darle el gusto a la Policía. Por ejemplo, hacía preguntas sobre el ataque al Consulado de EE.UU. en Libia, sabiendo que era una cuestión sensible para los musulmanes.
Rahman dice que espiaba "todo y a todos", sin recibir suficiente entrenamiento e instrucciones sobre quién podía convertirse en objeto de espionaje. Estudiaba el islam, vigilaba las mezquitas y los grupos de estudiantes musulmanes, acudía a las reuniones y ocultamente sacaba fotos y grababa las conversaciones. También espiaba a los imanes locales y anotaba a las personas que asistían a los sermones, sacando fotos de las listas. Tomaba fotos de los musulmanes en los restaurantes y apuntaba los números de sus placas.
Inicialmente, Rahman se sentía como si fuera un héroe pensando que su trabajo contribuía a la defensa de la ciudad, pero después de espiar varios meses a sus amigos, no encontró evidencias de actividades criminales. En cambio, veía cómo los musulmanes ayudaban a la gente a salir de la miseria.
Finalmente reveló ante sus amigos en Facebook la doble vida que llevaba y que ya había dejado. Después de decirle a la Policía que había conectado la agencia Associated Press, dejó de recibir mensajes de su tutor de la Policía. Rahman considera que su actitud era "nociva para la Constitución".