A sus 83 años, Dominga ha sido testigo del violento paso de los dos ciclones más fuertes que azotaron la isla en las últimas décadas: uno de ellos, cuando era niña, y otro, hace cuatro años.
"Mucho viento, mucho viento y mucha lluvia. Y aquello fue horriblemente grave. Estaba en una casita que se hizo bajita para protegernos. Casi todo fue destruido por el ciclón", recuerda.
Ahora Dominga tiene una nueva vivienda, construida según los estándares que garantizan la resistencia a los huracanes Ella dice que sus puertas estarán abiertas para aquellos vecinos que necesiten refugio durante las tormentas. Es el caso de Irma, quien aún se ve obligada a subsistir en una casa provisoria después de que una tempestad la dejara sin hogar.
La naturaleza dicta sus propias reglas y para ella no hay excepciones que valgan. Cuba se encuentra en una zona donde los ciclones son un fenómeno habitual desde junio a noviembre.
"El cubano sabe en cada momento lo que tiene que hacer. A partir de que se emiten las primeras indicaciones por el órgano nacional de la defensa civil, se comienza a ejecutar un grupo de acciones, ya sea por la ciudadanía, por las entidades y por la población en general", dice Guillermo Ribadulla Rodrigues, vicepresidente de Consejo de Administración para atender los programas de Defensa Civil.
Según datos de la ONU, en los últimos años la tasa de mortalidad causada por los huracanes en Cuba es la más baja comparada con sus vecinos. Los especialistas opinan que los isleños consiguen evitar pérdidas que son irreparables no solo gracias a su buena preparación, sino también debido a su sistema de detección de tormentas. Además de contar con varias estaciones meteorológicas y radares, los servicios locales colaboran con los de otros países, compartiendo datos y observaciones, incluso con Estados Unidos, con el que no se mantiene relaciones diplomáticas.
La gente asegura que para recuperarse de un fuerte ciclón hacen falta unos cinco años, siempre y cuando no sucedan otros huracanes. Sin embargo a estas alturas aún quedan viviendas por reconstruir. Si la naturaleza les da más tiempo de tregua, para la próxima ocasión podrán resistir mejor preparados.