Al parecer, en medio de la crisis los territorios adinerados prefieren no compartir sus bienes con los Gobiernos centrales.
En España los catalanes se han movilizado con más frecuencia en los últimos tiempos, exigiendo su soberanía, lo que ha llevado a que la sociedad se vaya acostumbrando a esta situación.
"De los 7,5 millones de habitantes de Cataluña 2 millones han salido a la calle a expresarse por la autodeterminación de manera pacífica", asegura el profesor de Finanzas Internacionales de la Universidad Europea de Barcelona, Marc Guerrero.
De momento, Escocia es la única región que ha obtenido el derecho a decidir si quiere seguir formando parte del Reino Unido o formar un Estado independiente, luego de la aprobación de un llamado a referéndum para 2014.
"Escocia es una región que tiene éxito. Y tendrá aun más cuando se convierta en un país independiente", opina el agente financiero de EFGH Holdings LTD, Peter de Vink.
Los que apoyan la idea de la independencia están seguros de que ese es el único camino a seguir. Además, Escocia tiene muchos sectores que se están desarrollando de manera activa, entre los que se destaca el mercado turístico.
Así lo declaró Tom Brock, director ejecutivo del parque Seabird Centre, quien explica que "Escocia es el líder europeo en el turismo natural que proporciona más de 127 millones de libras anualmente a las arcas públicas de la región. Es un sector que va creciendo".
No hay ninguna duda de que el ejemplo escocés animará a los demás a seguir luchando por la separación.
Estos sentimientos independentistas, han llegado a Bélgica donde un partido nacionalista triunfó en las elecciones en la región de Flandes.
En Venecia miles de personas exigen un referéndum que establecería la República Independiente de Venecia. Un participante de una de estas manifestaciones asegura que la región vive una situación deprimente.
Parece que la situación actual ha sido alentada por la crisis financiera. Las regiones que se expresan a favor de la independencia son bastante ricas y no tienen ganas de compartir su dinero con los Gobiernos centrales. Sin embargo, en caso de que la separación sea una realidad, sus líderes enfrentarán no solo problemas económicos, sino también los de seguridad e integración en la UE.