Más de 70 personas han resultado heridas en los disturbios, entre ellas varios niños. Los edificios, incluidas mezquitas y templos budistas, fueron incendiados por miembros de las comunidades musulmana y budista, que han extendido el caos y la violencia.
Mientras miles de personas permanecen en campamentos de refugiados, EE.UU. ha pedido a las autoridades birmanas que tomen medidas inmediatas para atajar la violencia. Por su parte, las Naciones Unidas también han hecho un llamamiento a la calma.
"La ONU está profundamente preocupada por los informes sobre el resurgimiento de conflictos entre las comunidades que ha terminado en muertes y ha obligado a miles de personas, entre ellas mujeres y niños, a huir de sus hogares", indicó en un comunicado Ashok Nigam, Coordinador Residente y Humanitario de las Naciones Unidas en Birmania.
Ola de violencia
La primera ola de violencia, que se desató en mayo, causó la destrucción de más de 2.000 casas y el éxodo de 100.000 personas que huyeron de sus aldeas. El incidente fue causado por el hallazgo del cadáver de una mujer budista violada y asesinada por tres musulmanes.
La crisis en el oeste de Birmania se remonta a décadas atrás. Aunque unos 800.000 musulmanes de la etnia rohingya habitan en Birmania, las autoridades de este país -de mayoría budista- no les reconocen la ciudadanía. Muchos los consideran extranjeros intrusos venidos de la vecina Bangladesh para robar sus tierras.
Por otro lado, esta comunidad apátrida tampoco es reconocida en Bangladesh, donde unos 300.000 rohingya viven en campos de refugiados.