El toque de queda –la prohibición de abandonar el territorio de las bases militares de EE.UU. por la noche, introducida anteriormente en Japón– no ha evitado nuevos crímenes de los soldados estadounidenses en Okinawa.
“Un nuevo suceso denigrante”
Esta vez un militar, de 24 años, perteneciente al regimiento de las Fuerzas Aéreas estadounidenses localizadas en la base militar de Kadena, realizó un allanamiento en una vivienda en la ciudad de Yomitan, en Okinawa. Según fuentes policiales, el militar se saltó el toque de queda, se emborrachó durante la noche en un bar, atacó una vivienda privada en el tercer piso del mismo edificio, rompió un televisor y apaleó a un adolescente nipón. El uniformado acabó saltando por la ventana, lo que supuso heridas graves y su hospitalización.
El secretario general del Gabinete de Ministros de Japón, Osamu Fujimura, anunció este viernes en una rueda de prensa que Washington ya presentó sus excusas por el incidente. Por su parte, el ministro de Exteriores, Koichiro Gemba, calificó hoy de “denigrante” el nuevo suceso y anunció que Japón pedirá una “reunión de alto nivel” con EE.UU. para discutir este último caso.
Vecindad peligrosa
El toque de queda nocturno a sus efectivos destinados en el archipiélago japonés fue decretado por los poderes militares de EE.UU. hace dos semanas, después de que dos marinos estadounidenses hubieran abusado sexualmente de una muchacha nipona, acto enérgicamente condenado por las autoridades japonesas.
Actualmente en Okinawa están desplegados más de 10.000 infantes de marina de EE. UU., mientras que cerca de 48.000 militares se encuentran en las numerosas bases estadounidenses del archipiélago. Dicha presencia es cada vez más rechazada por la población de la isla y asimismo viene creando tensiones entre Tokio y Washington debido a múltiples violaciones y otros crímenes cometidos por los militares estadounidenses.