Caricaturista de "The Economist" sobre su idea acerca de los políticos
El año pasado el presidente de EE. UU. Barack Obama envejeció y se hizo más taciturno, opina el famoso caricaturista norteamericano Kevin Kallaugher —más conocido como Kal— que publica sus dibujos en la revista The Economist.
El domingo pasado los trabajos de Kallaugher fueron presentados en una exposición en Washington organizada para conmemorar un año transcurrido desde que asumió la presidencia el actual inquilino de la Casa Blanca.
“El cambio del Presidente siempre es una transformación bien interesante. El caso de Obama ha sido bastante complicado. Todos los que lo veían durante la campaña electoral veían a una persona llena de optimismo y esperanza. Siempre sonriente. Pero al llegar a trabajar a su oficina tuvo que lidiar con tremendos problemas económicos y políticos. Por primera vez la sonrisa abandonó su cara, en seguida se hizo muy serio y cambió muchísimo”, señaló.
Según el artista, la profesión de caricaturista supone dos líneas principales de trabajo. “Como periodista político intento analizar las noticias para desarrollar mi propio punto de vista, mientras que como artista mi intención es fijarme en los rostros humanos y notar cómo cambian con el tiempo. Así, como periodista me doy cuenta de que Obama empezó a gobernar disponiendo de muy poco espacio de maniobra. Lo está haciendo bien, en la situación en la que se encuentra, en el período de la durísima depresión económica en que se encuentra”, aclaró.
No obstante, también ha notado que una persona empieza a envejecer con mayor rapidez que otros seres humanos al hacerse un político de importancia y Presidente. Según Kallaugher, lo característico para Obama son las arrugas alrededor de su boca, con el tiempo se hacen más pronunciadas. “Y debido a su mayor seriedad se ven aún más”, añadió.
El caricaturista cree que cualquier político ha de ser objeto de sátira: “Las personas que llegan a ser presidentes inevitablemente cometen muchos errores. Administrar es como hacer embutidos, es un oficio bien sucio. De allí que los satíricos tengan bastantes pretextos para reírse de ellos”, destacó.
“Mi trabajo no consiste en hacer que la gente se ría, sino hacerla pensar. Utilizo el humor como medio para transmitir ideas. La gente debe ver el mundo con los ojos abiertos. Tengo unos 10 segundos para entregar mi idea puesto que una persona tarda unos cuantos segundos para echar un vistazo a la caricatura. Sin embargo, lo que le dice el dibujo puede permanecer en su memoria por varios días”, finaliza Kallaugher.