Treinta años pasaron ya desde el trágico asalto a la embajada de España en Guatemala. Aquel 31 de enero de 1980, un grupo de campesinos indígenas y estudiantes universitarios ocupó la embajada para llamar la atención del mundo sobre las matanzas que cometía el ejército guatemalteco bajo las órdenes del general Fernando Romeo Lucas García, quien ostentó la Presidencia del país de 1978 a 1982.
No hubo negociación. Las fuerzas de seguridad asaltaron e incendiaron el edificio, que se convirtió en una ratonera. Entre las 37 personas que murieron estaban el padre de la Premio Nobel de la Paz Rigoberta Menchú y tres españoles. Sólo salieron con vida el embajador, Máximo Cajal, y el líder indígena Gregorio Yujá, quien, sin embargo, fue secuestrado y asesinado horas después.
A raíz de la masacre, España rompió relaciones con Guatemala. Tras dos décadas de impunidad, en 1999 Rigoberta Menchú denunció a los responsables del ataque ante la Audiencia Nacional española, que actualmente investiga los hechos, según informa la agencia EFE.
El denominado genocidio guatemalteco se atribuye a la década de los 80 como parte de la guerra civil de Guatemala (1960-1996), y en él se produjeron, según el reporte producido por la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH) de Naciones Unidas, 669 matanzas con más de 200.000 muertos y más de 45.000 desaparecidos. Los militares y paramilitares, según la ONU, cometieron el 80% de los crímenes. Cada año se cometieron 6.000 asesinatos, de los que el 98% han quedado sin castigo ni responsables puesto que las víctimas, la mayoría de ellas indígenas mayas, no se atrevieron a recurrir a recursos judiciales.
El origen de la guerra civil en Guatemala supuestamente se remonta a la intervención de EE. UU en el país, en 1954, que destituyó al Gobierno electo de Jacobo Arbenz, mediante un golpe de Estado planeado por la CIA con el fin de imponer un gobierno que sirviera a los intereses de Estados Unidos. Para este fin la Administración de Dwight Eisenhower designó a Carlos Castillo Armas en calidad de caudillo, quien estuvo detrás de los grupos anticomunistas y escuadrones de la muerte que desataron actos de genocidio y fascismo en contra de los indígenas.
Las fuerzas de oposición consiguieron eliminar al coronel Carlos Castillo Armas y armaron una revolución en 1960 que fracasó. Entonces empezaron a actuar de manera clandestina y establecieron relaciones con Cuba. A lo largo de 36 años se dedicaron a tratar de liberar a su país de las opresiones del Gobierno.